Bilbao - El futuro urbanístico de Bilbao es sostenible económicamente hablando. Al menos el que implica las nuevas construcciones que se prevén acometer en el marco del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de la villa que se aprobará de forma definitiva próximamente.

El documento urbanístico que protagoniza su última tramitación y que determinará cómo evolucionará la capital vizcaina durante los próximos quince años incluye entre su voluminoso contenido un análisis sobre si los desarrollos que se van a ejecutar de nuevo cuño van a generar o no un déficit económico para la ciudad.

Mikel Ocio, el director del Área de Planificación Urbana del Ayuntamiento explica de manera sencilla que “se ha calculado cuánto costará la creación y el mantenimiento de la ciudad nueva que surja y cuáles son los ingresos que el Ayuntamiento obtendrá como consecuencia de los nuevos impuestos y tasas que se cobrarán suponiendo que se vaya a cumplir el 100% del Plan General”.

Y en esta cuenta de la vieja los cálculos dan positivo. En concreto, 32,56 millones de superávit resultantes de los casi 62 millones de euros que gastará el Consistorio por su labor de ejecución y conservación de plazas, calles y viales y los 94 millones largos que se estima recaudará por tasas e impuestos. De esta manera, el Ayuntamiento se asegura la sostenibilidad económica de la operación, algo por otra parte es obligado ya que si ocurriera lo contrario el vital documento no podría aprobarse.

Según el estudio al que ha tenido acceso este periódico las vías de ingresos y gastos son dos. La primera es la que acota los 87 desarrollos urbanísticos descritos en el PGOU de carácter autosuficiente. El informe analiza cada uno de ellos detallando el montante que recaudará la Hacienda local por diferentes gravámenes y lo que supondrá al Área de Obras y Servicios acometer y mantener los espacios públicos que generen. Aunque hay seis intervenciones que arrojan déficit, el superávit de las demás es tan generoso que cubre de sobra los números rojos. Así, el balance general arroja un saldo de 24,31 millones positivos en los 15 años que tendrá como desarrollo el nuevo PGOU, una vez que se apruebe definitivamente en 2020. Una cifra resultante de restar los 1,06 millones que se invertirán en zonas públicas a los 25,37 millones que se ingresarán vía fiscal en el conjunto de los tres lustros por tasas que se pagan cada año como el IBI o el impuesto de vehículos, entre otros. El informe aclara además que en esta capacidad recaudatoria no se incluyen las tasas por recogida de residuos, alcantarillado y suministro de agua ya que estos ingresos van directamente destinados a mantener esos servicios en concreto.

Dos fórmulas La segunda vía de ingresos e inversiones para la ciudad llegará de otros proyectos generales sin asignación a intervenciones concretas y que serán sufragadas por los gravámenes que reciba el consistorio de forma puntual. Así, la estimación prevé generar una partida de 69 millones resultante del 15% del coste de la edificabilidad futura, que le corresponde recibir a la ciudad por ley, más los impuestos que se cobrarán por acometer las propias construcciones, instalaciones y obras. Por el primer apartado descrito se calcula que las arcas municipales ingresarán once millones de euros, una media de algo más de 733.000 euros anuales.

Hay que tener en cuenta que esta valoración no incorpora los proyectos que se heredan del todavía PGOU en vigor, aprobado en 1995, e incorporados al nuevo documento. Tampoco se incluyen aquellas intervenciones donde el citado 15% de la edificabilidad será asumido por el consistorio, no en dinero contante y sonante, sino en especie, en concreto en forma de solares y parcelas donde poder levantar polideportivos y otros servicios municipales para uso ciudadano. Son los casos de las intervenciones urbanísticas que se acometerán en zonas de Elorrieta, Olabeaga, Punta Zorrotza o por encima de la estación soterrada de Abando donde llegará el TAV.

Por lo que se refiere a los ingresos que lleguen de los impuestos generados por construcciones, instalaciones y obras, estos serán los más elevados, en concreto algo más de 58 millones de euros. De esta partida serán las nuevas viviendas de promoción libre las que más aportes generen para la Hacienda local, 40,62 millones, mientras que las promociones de pisos de protección oficial sumarán 6,87 millones. Los restantes 10,53 millones que el estudio prevé de recaudación para el Área municipal de Hacienda y Finanzas provendrá de la edificabilidad dedicada a las actividades económicas y empresas que se asienten en las nuevas zonas de oportunidad. La suma de estas tres partidas implicará que, de media cada año mientras se desarrolla el PGOU hasta 2035, el Ayuntamiento tendrá 3,86 nuevos millones en sus arcas.

Por lo que se refiere a la partida de las inversiones municipales, se calcula en 60,78 millones y es producto de todos los proyectos de calles, plazas y viales que tiene que asumir en exclusiva el Consistorio y que no están asignados a los referidos desarrollos urbanísticos autosuficientes. Son una decena de intervenciones que van desde diversos equipamientos en el barrio de Zorrotza, pasando por el futuro túnel que conectará las zonas de Ametzola y Miribilla hasta llegar a la consecución de un parque rural alrededor de la villa. Su ejecución a lo largo de los tres lustros próximos sumará 46,42 millones y su mantenimiento posterior se elevará a 14,36 millones. En total, los indicados 60,78 millones.

En definitiva, y sumando todas las nuevas actuaciones urbanísticas que se prevén ejecutar arropadas por el PGOU, a la Hacienda municipal le sobrarán al final de los quince años, un total de 32,56 millones de euros. Pero hay más. La sostenibilidad financiera del Plan General es más sólida si cabe cuando se sumen en un futuro otros gravámenes que no se pueden computar a priori. Dos ejemplos son el Impuesto de Actividades Económicas (IAE) y los ingresos generados por la gestión de los equipamientos municipales, como, por ejemplo, las cuotas que puede pagar los abonados de Bilbao Kirolak en sus nuevas instalaciones.