BILBAO - Hace cuatro años recorrió los barrios de Bilbao con su cuaderno rojo, ¿volverá en esta campaña?

-Ya hemos recorrido de nuevo todos los barrios y nos hemos reunido con los ocho distritos. He ido con el cuaderno rojo de hace cuatro años y he repasado lo que se ha hecho y lo que no. El cuaderno rojo, que se ha convertido en un símbolo, para mí es muy real porque es donde apunto todo y veo cómo avanza la ciudad, sobre todo en las cosas pequeñas. Si pienso en el Peñascal, en las escaleras de Arestizabal, en Altamira... Veríamos que son dos entornos muy complicados donde ya tenemos proyecto. Y vamos a mejorar su accesibilidad. Ojalá todo lo que puedo poner en el cuaderno rojo lo pueda hacer.

¿Qué ha aprendido siendo alcalde?

-Una de las cosas que he aprendido es lo importante que es la cultura en Bilbao. He entendido que Bilbao es una ciudad cultural y que una parte muy importante de nuestro atractivo tiene que ver con la cultura. Tenemos una infraestructura muy importante y también en los barrios. Por otro lado, he aprendido que la gente, sobre todo lo que demanda, es que le escuchemos. Quiere tener la posibilidad de trasladar sus preocupaciones. Quiere que se tenga en cuenta su opinión aunque no se pueda resolver inmediatamente su problema.

¿Cuál cree que ha sido la mejor aportación que ha hecho el equipo de gobierno de Aburto para que las encuestas le respalden?

-Varias cosas. Primero el orgullo de pertenencia, de ser de Bilbao. A veces parecía que Bilbao era un proyecto concluido, que había llegado a la meta, y vemos que sigue avanzando y nos han premiado por eso en Londres. Estamos trasladando una forma de hacer las cosas, esa preocupación por lo pequeñito que preocupa a un vecino y por los grandes proyectos. No hay que olvidar que estamos diseñando el Bilbao de 2050. Un Bilbao que tiene presente pero también futuro. A veces, esa idea no estaba tan bien consolidada y la gente nos traslada la importancia de que Bilbao tenga futuro.

¿Cree que al bilbaino de a pie le importa mucho la internacionalización de la ciudad?

-La internacionalización no es un objetivo, es un medio. Traer a Bilbao las finales de rugby, los MTV, los 50 Best, el Congreso de Igualdad, el Global Social Economic Forum... no es un objetivo, son instrumentos para el desarrollo de Bilbao en un plano en el que hace treinta años no era posible y es que venga gente a Bilbao a pasar unos días, que sea una ciudad de congresos... Nosotros tenemos siempre una doble mirada. Mi primera mirada es al interior de Bilbao, a las necesidades de la gente y de los barrios, pero hoy Bilbao posibilita una segunda mirada de luces largas, de más largo recorrido, que hace posible que Bilbao sea una ciudad atractiva, que genera actividad económica y un impacto a medio y largo plazo. Para mí eso es lo relevante y aquí también hay orgullo de pertenencia.

¿Y la carta de valores se ha entendido?

-Es difícil de explicar. No es algo tangible como el canal o la isla, pero se habla continuamente de valores y es muy importante compartirlos. Lo que pretendíamos es que se identificara a Bilbao con esos valores que tienen que ver con la solidaridad, la confianza, el compromiso social... Esto es sirimiri que va calando. Hay más de 2.000 personas que se han adherido ya al proyecto.

¿Cuál ha sido su mayor frustración política?

-No hablaría tanto de frustraciones, quizás de cuáles han sido los momentos más complicados o más difíciles que a veces te generan una cierta frustración. Cuando de alguna manera veo una injusticia, hipocresía o a esa gentuza que pretende delinquir y molestar a los demás. Sobre esa gente que caiga el peso de la ley. No puedo olvidar, por otro lado, momentos que han sido complicados, como el fallecimiento de la mujer en Deusto atropellada por una barredora, las dos mujeres arrolladas por el tren en Zorrotza, fue un momento delicadísimo; en el mismo Zorrotza, el incendio de La Landa que causó cinco víctimas mortales. El asesinato del matrimonio de Otxarkoaga o la muerte de Urren. Y todos esos casos de mujeres víctimas de violencia machista.

Después de cuatro años, ¿ha conseguido poner cierta distancia al día a día, cuando ocurren sucesos de este tipo?

-Si algo le pasa a un alcalde, o a mí al menos, es que incluso en los buenos momentos, que hay muchos, uno nunca se vacía la mochila. Pero también es una satisfacción ver cómo con actuaciones que se hacen desde un equipo se puede mejorar la vida de la gente. Es muy gratificante.