“La neutralidad religiosa y la laicidad del Ayuntamiento están garantizadas”. Con esta reflexión se rechazó hace unas semanas en Pleno la elaboración de un reglamento de laicidad municipal que planteó Elkarrekin Bilbao. Las cifras no dejan lugar a la duda: el número de personas ateas, no creyentes, creció diez puntos en tres años, de 2019 a 2022, según el último estudio al respecto procedente de Ikuspegi, de forma que la cantidad de ciudadanos de la capital vizcaina que no cree en ninguna religión pasó del 23,9% al 33,9%, incrementándose exponencialmente los centros de culto de confesiones que no son la Iglesia católica. La iniciativa no cuajó pero sí una enmienda de modificación del equipo de gobierno PNV-PSE que instaba al Ejecutivo local a seguir trabajando con la Mesa de Participación de la Diversidad Religiosa, activa desde 2017, como espacio de encuentro para promover la libertad de conciencia y de religión, visibilizar y reconocer la heterogeneidad religiosa de la sociedad, fomentar el diálogo, la convivencia pacífica y la tolerancia mutua entre las comunidades, así como para “mejorar la gestión pública de la diversidad religiosa al articular la administración con las distintas sensibilidades”.

La futura cumbre reunirá de nuevo a las quince comunidades de nueve religiones distintas que conviven en la ciudad. “Somos de los pocos lugares que tienen un plan de acción predeterminado. Un trabajo conjunto donde entendernos y respetarnos cada uno desde su diferencia”, destaca a DEIA el concejal de Derechos Humanos, Convivencia, Cooperación e Interculturalidad, Iñigo Zubizarreta, quien entiende que este proceder es la única forma de fomentar “el desarrollo de un mundo más justo”. “Y lo hacemos cada uno desde nuestra diferencia, abordando un espacio religioso, étnico y de origen lingüístico”, apunta. Con un saldo migratorio positivo y una población extranjera que supera el 17%, Bilbao encara el desafío de gestionar esta riqueza cultural y religiosa. La Mesa de Participación congrega a representantes de la Iglesia Católica, el Consejo Evangélico de Euskadi, la Iglesia Evangélica de Filadelfia, la Iglesia Evangélica española, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, así como varias mezquitas y comunidades religiosas como la Cofradía de los Mourides, la Comunidad Bahá’i, la Comunidad Hinduista, Taoístas y la Comunidad Budista. También forman parte del grupo como Secretaría Técnica el Instituto de Derechos Humanos Pedro Arrupe de la Universidad de Deusto y la Fundación Ellacuría. Aunque es una sensibilidad que ha caracterizado siempre al consistorio, la realidad de Bilbao es muy diferente a la de hace cinco o diez años. “Mantenemos relación con los imanes de las mez

quitas, por ejemplo”, cita Zubizarreta, y a través de estos lugares de conocimiento “creamos espacios de convivencia cultural”. “Otra cosa es la ocupación de espacio público, como pasa en Semana Santa con las procesiones, para lo que se contacta con el área que corresponda. Sin ir más lejos, yo mismo estuve en la última fiesta del cordero, en marzo, en el Bilbao Arena, con todos los requisitos de seguridad”, recuerda. En la Mesa interreligiosa se plantean estas cuestiones con la máxima normalidad tanto para conocer tanto la realidad socioreligiosa actual como para facilitar su reconocimiento ante las distintas sensibilidades presentes en la Villa. El alcalde Juan Mari Aburto participó en este encuentro el pasado mayo, presidiéndolo por tercera vez, donde reafirmó “nuestro compromiso con la gestión positiva de esta diversidad, que se refleja en nuestras políticas, planificaciones y acciones”.

Desestimado un reglamento municipal

Sin embargo, recientemente Elkarrekin demandó “un trato de igualdad que solo se puede garantizar mediante la neutralidad” del Ayuntamiento ante el hecho religioso, “algo de lo que está lejos, asistiendo a misas y también participando en calidad de sujetos a actos religiosos”. Por ello, su partido defendió la elaboración y aprobación de un reglamento de laicismo que permita, “en observancia a los principios de aconfesionalidad, la promoción de la libertad de conciencia y la diversidad en que ésta se manifiesta en nuestra sociedad”, así como “la inclusión de criterios que den respuesta a cuestiones que se susciten”.

Desde el consistorio, Zubizarreta cree que el Ejecutivo defiende “con claridad la separación y neutralidad de los poderes públicos ante el hecho religioso, lo que conlleva que el Ayuntamiento debe tratar de forma igualitaria a toda la ciudadanía, independientemente de que tenga o no tenga creencias religiosas y en caso de tenerlas, que sean unas u otras”. Así, se desarrolla desde 2011 el Programa Municipal para la Gestión de la Diversidad Religiosa, “dirigido a promover el ejercicio del derecho a la libertad de conciencia y de religión en un contexto laico, a través del diálogo y colaboración con las entidades religiosas y no religiosas de Bilbao”. Este programa se enmarca en el tercer plan Bilbao-Ciudad Intercultural, alineado con la iniciativa Intercultural Cities del Consejo de Europa, y dentro de él se halla la Mesa de Participación de la Diversidad.

En el conjunto de la CAV, según IkuspegiI, el 35,5% de los vascos no se identifica con ninguna religión, evidenciando el avance del laicismo, aunque la inmigración impulsa el leve aumento en otras religiones. “Este tipo de encuentros son importantes para tratar ciertos mensajes. Aquí nos escuchamos”, recalca el concejal bilbaino, preocupado por lo que pasa en la Vieja Europa con un tema donde muchas veces “se confunden los términos y a la propia ciudadanía”. “Lo grave es que detrás hay personas que desarrollan sus vidas y que tienen sus propios pensamientos. Criminalizar a ciertas personas y colectivos concretos es muy peligroso. Es necesario acoger al que viene, y para que él haga lo propio contigo tiene que conocerte y escucharte. Creo a pies juntillas en esto para crear una sociedad libre y democrática donde imperen los derechos humanos”, destaca al hilo de sucesos acontecidos el Estado español.