Cuando Cristina Mayor, de 79 años y vecina de Mungia, alcanzó la hora de jubilarse tras 40 años de vida laboral, descubrió el bien más preciado: “Siempre fui una persona muy activa pero me di cuenta de que en mis manos tenía lo mejor, tiempo para mí”. Lo asevera después de haber criado a cuatro hijos y de haber cuidado tanto a sus padres como a sus suegros. “Antes la última era siempre yo y ahora que estaba en disposición de mirarme a mí, pensé en qué podía ofrecer a los demás”, evoca risueña, con una apariencia física envidiable y un espíritu contagioso. Referente en el desarrollo comunitario y pionera en la defensa de los derechos de la mujer en su localidad a través de la asociación Diz-Diz, tiene claro que “los mayores debemos salir de nuestra burbuja, socializar, aprender y dar”. “Los jubilados pensamos que lo sabemos todo y tenemos que salir de la zona de confort y aprender mucho de los jóvenes. Hay que abrir esa burbuja, llevar una jubilación activa, conocer gente y hacer proyectos”, relata a DEIA.
“Hay un camino que no se ha acabado”, incide, profundizando en la labor que desarrolla desde la asociación, que entre otras cosas ofrece 18 talleres y charlas para mujeres de 20 a 88 años, una amplia gama donde “los problemas que tiene la de 80 no son los mismos que los de la joven de 30”, una edad donde “hay muchas frustraciones” y desinformación. “Cuando entré de vicepresidenta hace ya seis años éramos 390 personas, tras la pandemia llegamos a 400 y ahora somos 502”, se felicita, más allá de los quebraderos de cabeza y de la laboriosa búsqueda de subvenciones, ya que “somos el nexo entre la mujer y la Administración”. “De los 60 a los 80 años he hecho cosas que no hubiera pensado en mi vida. Teatro, atrezzo, ukelele...”. Y es que Cristina invita a quienes se jubilan a “resetearse”. “En ese instante tienes que pensar qué es lo que te haría ilusión, aunque a veces sea no hacer nada”, puntualiza. Y añade:“Y hazlo agradable, divertido y positivo, alejándote de quien pueda resultarte tóxico”.
Pedro Llona, de 68 años y natural de Gamiz-Fika, también aparcó su trabajo como funcionario para colaborar en la expansión de actividades lúdicas de su municipio, algo a lo que siempre había estado arraigado, pero ahora con ese plus de tiempo diario extra. Su mensaje a los mayores es diáfano: “Que no tengan miedo a la jubilación. Simplemente es una etapa distinta en la que hay que disfrutar de la vida. Yo les invito a que tomen parte en distintas actividades”. Como en su caso, “en todos los fregados”. Tres décadas en la comisión de fiestas, presidente de la asociación de jubilados –que estuvo a punto de desaparecer y que sin embargó pasó de 26 miembros a 160–, miembro del coro... Y una gran capacidad de movilización. “Ahora mismo hay muchas cosas que antes era imposible hacer”, afirma Pedro, que también cree que “tenemos que aprender de los más jóvenes”. l