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Ceo de Aleph Comunicacion

Paula Mattio, Ceo de Aleph Comunicacion: “Tener mujeres directivas aporta un 25% más de rentabilidad y un 20% más de innovación a las empresas”

Participa el próximo martes en unas jornadas organizadas por Cebek sobre el liderazgo empresarial femenino dentro de la iniciativa Enpresan Bardin

Paula Mattio, Ceo de Aleph Comunicacion: “Tener mujeres directivas aporta un 25% más de rentabilidad y un 20% más de innovación a las empresas”

Paula Mattio formó su propia empresa por “obligación”, para poder conciliar su vida laboral y personal. Acaba de publicar su segundo libro, Igualdad 360o, que es “una guía” para que las empresas elaboren sus planes de igualdad.

¿Se ha interiorizado en las empresas la necesidad de avanzar en la igualdad en puestos directivos?

Parece que hemos avanzado mucho, pero, cuando vemos números, realmente estamos lejos. Solo el 36% de mujeres estamos en puestos directivos en el Estado, pero el porcentaje es inferior al 8% en el Ibex. Las empresas no lo tienen muy claro, pero tener mujeres en sus equipos directivos realmente aporta muchos beneficios. Los estudios dicen que tener mujeres en los comités de dirección aporta un 25% más de rentabilidad, un 20% más de innovación y más de un 30% de retención del talento.

Como reza su ponencia, ‘el mundo todavía se resiste al cambio’.

—Mi ponencia está orientada a un público femenino, directivo, que tiene el reto de promocionar la presencia femenina en los puestos de dirección. A la vez somos nosotras mismas las que hacemos ciertas trampas. Las llamo trampas silenciosas. Las mujeres tenemos que hacerlo todo perfecto. Cuando una mujer aplica una oferta, tiene que cumplir el 100% de las características que piden. Cuando lo hace un hombre, a partir del 60% ya postula. Por otro lado está la invisibilidad. Históricamente el trabajo que hemos hecho las mujeres ha sido invisible. Nuestras madres, que estaban en casa, trabajaban mil horas, y sus maridos decían que su mujer no hacía nada, que estaba en casa. Si tuviéramos que pagar el trabajo doméstico, sería el 40% del PIB estatal.

Trabajo invisible.

—Claro, estamos hablando de un montón de millones de euros, y todo ese trabajo está invisibilizado. Las mujeres tenemos también esta conducta de ser invisibles, de no poner en valor nuestro trabajo, de esperar a que sea el directivo de turno el que se dé cuenta. Hombres y mujeres no somos iguales. Somos diferentes desde la concepción, pero debemos tener las mismas oportunidades.

Repasando datos de Bizkaia de mujeres directivas, están más presentes en sanidad y educación. El dato en industria es bajo.

Sí, porque históricamente se nos ha educado para las tareas de cuidado y estas responsabilidades, y ahora ya nos hemos creído que nacemos con el chip del cuidado. No nacemos con el chip del cuidado, así como los hombres tampoco nacen con el chip de la ciencia y de las matemáticas. De generación en generación nos han hecho creer que las mujeres éramos perfectas para la educación, la sanidad..., para todo lo que tenga que ver con el cuidado. Hay muchos estereotipos sociales que en este momento se están rompiendo. Es cierto que la legislación ayuda mucho.

¿En qué sentido?

—La ley de igualdad del año 2007 marcó un antes y un después en el impulso de las mujeres en el mundo empresarial. La obligatoriedad que tienen las compañías de más de 50 personas de contar con un plan de igualdad y las sanciones que hay detrás si no cumplen obliga a las empresas a poner el foco en estos temas. Nadie se escapa. Todas las empresas, aunque no estén muy convencidas, lo tienen que hacer y se acaban convenciendo. Ha ayudado mucho también toda la legislación de Europa en cuanto a transparencia salarial y justicia salarial.

¿Se ponen las propias mujeres freno con la carrera que escogen?

Es un tema de educación y de cultura, que va cambiando poco a poco. Yo tengo una empresa y trabajo desde hace muchos años en consultoría sobre este tema y trabajamos desde la educación primaria en fortalecer las vocaciones científicas y tecnológicas cuando detectamos niñas con capacidades.

Hay otro estereotipo: los hombres tienen más capacidad de liderazgo.

¿Quién nos ha dicho que ser autoritario, que tener un liderazgo marcado y potente, es sinónimo de beneficio? Evidentemente es un estereotipo. Las mujeres no tenemos por qué copiar el mismo tipo de liderazgo que los hombres. Las mujeres tenemos otro estilo, somos más de liderar por consenso. Pero al final conseguimos resultados mejores. En la crisis económica del 2008, por ejemplo, Finlandia fue uno de los primeros países que salió porque, cuando todo había fallado, pusieron al mando a un grupo de mujeres.

¿Hay menos vocación empresarial entre las mujeres?

Es diferente la motivación. Las mujeres emprendemos por necesidad, porque nos encontramos en determinado momento de la vida con que la conciliación es un caos. Yo era directora de marketing y comunicación de una empresa, se vendió, me quedé embarazada y cuando volví habían puesto a un director por encima. Era imposible conciliar y decidí montar mi empresa, porque además cuando iba a las entrevistas y decía que tenía dos mellizos pequeños, les cambiaba la cara. Y en 2002, cuando nadie hablaba de estos temas, empecé a dedicarme a la igualdad por convicción, porque las mujeres tenemos que poder ser madres y profesionales.