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José Antonio Jainaga, un empresario que no renuncia a su sueño

El rescate de Sidenor y Talgo es la parte más visible del trabajo de fondo de José Antonio Jainaga

José Antonio Jainaga, un empresario que no renuncia a su sueñoE. PRESS

Muy cercano en el trato y al mismo tiempo un monumento a la discreción, José Antonio Jainaga ha mantenido la norma de la casa: un perfil público bajo combinado con un gran derroche de trabajo en la operación de Talgo.

Es el empresario vizcaino del momento, probablemente a su pesar por su carácter reservado, y en la última década se ha convertido en un rescatador de compañías además de poner en marcha un fondo de inversión que tiene como empeño mantener las sedes de decisión ancladas al territorio.

Hace unas semanas recibió el Premio Joxe Mari Korta, otro empresario entregado al desarrollo industrial de Euskadi. El discurso de Jainaga en ese evento a finales de junio, cuando no terminaba de cuajar la receta cocinada en Euskadi para relanzar la actividad del fabricante de trenes por los flecos que no resolvía el Gobierno español, fue una defensa de esa operación y del espíritu que la guía.

Así, defendió la necesidad de mitigar las “tres carencias fundamentales de las que adolece gran parte de las empresas vascas”: garantizar la sucesión, el tamaño –crecer cuando hay oportunidades– y el arraigo al territorio.

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Todo un sueño en una economía globalizada en la que multinacionales industriales compiten con fondos de inversión que buscan la rentabilidad a medio plazo en la compra de empresas.

Jainaga dio el primer gran paso en este camino en 2016, cuando junto a un grupo de directivos compró Sidenor al grupo brasileño Gerdau. Tres años después lanzó Mirai, futuro en japonés, “un proyecto –rechaza la etiqueta de fondo– de inversión y desarrollo empresarial de capital familiar”. Es el vehículo que hace posible el sueño.