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El calor extremo dispara los casos de deshidratación e insolaciones

Las temperaturas de más de 35 grados, antes anecdóticas, se han vuelto ahora frecuentes

El calor extremo dispara los casos de deshidratación e insolacionesPANKRA NIETO

Durante los próximos días Bizkaia se enfrentará a un calor intenso y es que el cambio climático ha dejado de ser una amenaza para convertirse en una realidad en muchos rincones del planeta. Las olas de calor extremo, cada vez más frecuentes e intensas, están alterando no solo el paisaje climático, sino también la salud y el bienestar de la población.

Bizkaia, tradicionalmente conocida por su clima templado, se enfrenta a una realidad climática cada vez más preocupante. Los veranos ya no son como antes; las temperaturas superiores a los 35 grados se han vuelto frecuentes, transformando un calor que antes era ocasional en una presencia ineludible. Este verano, en particular, ha marcado un nuevo récord con picos sostenidos, noches tropicales y un impacto cada vez más evidente en la salud de las personas.

Pero más allá de la incomodidad, el calor extremo está dejando una huella preocupante en el ámbito sanitario. La doctora Eli Urrestarazu lo confirma: “Estamos viendo más casos de golpes de calor, deshidrataciones y agravamientos de enfermedades crónicas, sobre todo en los colectivos más vulnerables”. Urrestarazu detalla la diferencia crucial entre insolación y golpe de calor. “Una insolación, es una forma más leve. Es el resultado de la exposición prolongada al sol que puede provocar deshidratación, mareo, dolor de cabeza y agotamiento”, explica. El golpe de calor, en cambio, es mucho más grave: “Es cuando el cuerpo pierde la capacidad de regular la temperatura y puede causar un fallo multiorgánico, convulsiones e incluso poner en riesgo la vida”.

Ambas situaciones pueden aparecer rápidamente. “En algunos casos, en menos de una hora, si la exposición es muy intensa, si no hay hidratación o no hay sombra, o si estamos realizando un esfuerzo físico”, añade la doctora. “En otros casos pueden llegar a pasar varias horas, pero lo importante es tener presente que puede aparecer de una forma rápida y repentina, y no dar casi tiempo a hacernos conscientes de ello”. Uno de los mayores enemigos del calor es la deshidratación. “Si no nos hidratamos, el cuerpo pierde esa capacidad por un lado de regulación, por otro de sudar para regular la temperatura y el resultado es que comienzan los síntomas y el riesgo de una insolación o un golpe de calor”, detalla la médica.

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La recomendación es clara: “Hay que beber de 2 a 3 litros y medio de agua al día en condiciones normales. En una ola de calor o con actividad física, se puede aumentar a unos 3-4 litros en algunos casos. También es importante beber antes de tener sed, y hay que beber a menudo, cada 20-30 minutos, porque la deshidratación aumenta mucho el riesgo”.

Urrestarazu también alerta sobre errores comunes al intentar combatir el calor: “Mucha gente, confunde el hidratarse con beber alcohol o café, que deshidratan al contrario de lo que se pueda creer. Y luego, por ejemplo, ducharse con agua muy fría de golpe puede provocar un shock térmico, sobre todo en gente mayor”, advierte. Beber agua muy fría tampoco es lo más recomendable. “El agua que esté fresca, pero a ser posible no helada”, aconseja. Para evitar que una ola de calor se convierta en una amenaza, las recomendaciones son sencillas pero efectivas. “Salir sólo si es estrictamente necesario en días de muchísimo calor. Luego, protegerse con sombreros, viseras, gafas de sol y ropa ligera; usar protector solar; llevar siempre agua y, sobre todo, beber con frecuencia, y buscar la sombra constantemente. Prevenir es fundamental”, concluye Urrestarazu.