La gasolina corre por sus venas. Su padre, copiloto de rallies, le inculcó desde pequeño la pasión por el mundo del motor. “Me hacía el sonido de los coches, como si estuviésemos en un tramo metiendo marchas”, relata Ager Dorado, un joven sopeloztarra de 21 años que acaba de debutar en el mundo de los rallies y sueña con hacer su propio camino en el automovilismo. Y lo hace con dos padrinos de lujo como referentes, su padre, Carlos Dorado, que compitió profesionalmente durante 17 años como copiloto, y su manager, Chus Puras, una leyenda del asfalto.

Piloto y coche son un binomio imprescindible en esta disciplina, por lo que su padre no dudó en desempolvar el Renault Twingo R2 que llevaba siete años en el garaje para que volviese a rugir por las carreteras a los mandos de Ager, una nueva generación de los Dorado. “Soñaba con que cogiera el testigo”, relata emocionado Carlos.

Ager se subió a un kart por primera vez con 6 años y, desde entonces, su pasión por el asfalto se ha ido incrementando. Incluso, sus estudios están relacionados con el mundo del motor, puesto que se forma para ser ingeniero mecánico en Madrid. Está en tercer curso y le queda cuarto. Su objetivo es hacer prácticas en el mundial de rallies y después llegar a ser mecánico en la Fórmula 1. “Este mundillo es pura adrenalina y engancha mucho”, reconoce Carlos, que hace poco pudo cumplir un sueño vital al participar en un rallye con su hijo a los mandos. “Siempre había sido mi sueño”, señala.

Debut de padre e hijo

Cuenta con patrocinadores como Goikarte, Asual, Aloka Surf, Camper Garage, La Tierruca Homes, Oiartzun, Contenedores Getxo y Loart

Lo hicieron en el rally Limpias-Liendo y las sensaciones fueron inmejorables. “Era la primera vez que competía con un copiloto, encima mi padre, y es otro deporte diferente porque no tiene nada que ver ir con otra persona al lado, sin conocer el tramo por donde vas, por donde solo has pasado unas pocas veces antes para hacer las notas”, reconoce. Una experiencia que se tomó con mucha calma. “Fuimos tranquilos, cogiendo ritmo”, apunta sobre la importancia de un buen debut. “En el primer rallye es muy importante que corras los mínimos riesgos posibles porque, de lo contrario, si te estrellas, pierdes toda la confianza y tienes que volver a empezar de cero, hay que reparar el coche… Aunque hayas corrido una carrera, si no la has terminado, la experiencia es cero”, subraya Carlos.

Compite con un Renault Twingo R2 que su padre guardó en un garaje durante siete años. C. Zárate

No obstante, antes de decantarse por el mundo del motor, Ager compitió en esquí. “A mis padres les encantaba la montaña y se me daba bien esquiar. Gané el campeonato de Euskadi, competí en el de España y en algún europeo”, recuerda. Luego el fútbol se cruzó en su vida y dejó aparcados los esquíes. Hasta que a los 12 años empezó a acompañar a los rallies a su padre, que era el responsable de la escudería Renault en España. “Iba a ver todos los tramos mientras mi aita trabajaba y me encantaban los coches. Recuerdo cuando Joan Carchart, un piloto andorrano, antes de vender su Suzuki me montó en el asiento de copiloto y me dio una vuelta. Fue una sensación increíble y la cabeza me hizo un click y pensé: esta sensación de adrenalina me encanta”.

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El 15 de abril de 2024, en la subida a Ioar, en Nafarroa, y con la ‘L’ todavía en el coche fue su bautismo de asfalto y ganó la copa Junior

Entonces empezó la primera batalla con sus padres. “Les dije: quiero correr”, pero me contestaron que lo primero eran los estudios”. Y cuando terminó la Selectividad, por fin pudo empezar a construir su sueño. “Mi aita y yo empezamos a preparar el coche porque llevaba muchos años parado”. Después de los preparativos llegó el momento de ponerse al volante en el circuito de Kotarr. El 15 de abril de 2024, todavía con la L de novato en el coche, fue su bautizo de asfalto en la subida a Ioar, en Nafarroa. “Mi intención era ir a probar y acabé ganando la copa junior”, rememora. Un subidón de autoestima que le hizo querer ahondar en su preparación para dedicarse plenamente a ello. Chus Puras, bicampeón del mundo de rallies y nueve veces campeón de España, conocido como el Dios del asfalto, fue su mentor. Empezó a aprender, con libreta y bolígrafo, todo sobre el método de la trazada. “Un día quedé con él para entrenar y me sentó en la terraza de un bar y estuve dos horas apuntando cosas en la libreta. Ahí me di cuenta de que el automovilismo no es lo que la gente ve, no es solo es conducir, tiene una teoría y un método para conseguir ir rápido en el coche”, reconoce. “Chus ve cosas que los demás no vemos”, añade. Ahora, sus próximas carreras serán el Rallysprint de Reocín, en Cantabria, en julio, y el Rallye Villa de Llanes, en Asturias, en septiembre. Ager tiene claro que el mundo del automovilismo es “muy difícil” y que ahora la hoja de ruta es ir quemando etapas y aprendiendo de la mano de su padre, de Chus, y de su equipo Dorado Racing Team, puesto que apenas tiene 101 kilómetros cronometrados en su currículum profesional. “Ahora me toca hacer caso a los que ya lo han vivido. Aprender a trazar las curvas, que luego la velocidad llega con los kilómetros”, indica. El mundo del motor requiere de una importante inyección económica, patrocinadores y no es fácil abrirse camino, pero el joven Ager aspira a poder pisar a fondo y llegar a alcanzar algún día las competiciones internacionales. Mientras tanto, su padre le aconseja que vaya despacio y aprenda todo lo posible por el camino. “Tengo un plan A que es intentar dedicarme al mundo de los rallies y de las carreras, y si no se puede, tengo un plan B como ingeniero trabajando con otros pilotos, telemetrías, etc.”, concluye el joven piloto.