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Una beca que le abrió las puertas del txakoli

Itziar insausti recaló en bakio para realizar un proyecto de volver a poner en valor este vino

Una beca que le abrió las puertas del txakoliBorja Guerrero

Las ganas de la juventud unidas a una beca “del Gobierno vasco y la Diputación” trajeron hasta Bakio a Itziar Insausti desde Donostia. “En el mundo del txakoli empecé un poco por casualidad. Me ofrecieron esa beca para trabajar en un proyecto sobre cómo revivir el txakoli de Bakio y vine aquí”, cuenta la productora de la bodega Doniene Gorrondona, que está dentro de Bizkaiko Txakolina. Esos primeros pasos le abrieron las puertas a conocer “las uvas de aquí” y “enamorarse” del territorio”. “Con unos compañeros, que son también socios de la bodega, comenzamos a plantar viñedos y compramos el baserri Gorrondona. Y, de repente, nos metimos de lleno en la aventura de producir txakoli”, detalla. “Había una posibilidad de vivir produciendo txakoli y se convirtió en mi sueño”, añade. 

Y la elaboración de este vino la realizan en una de las cunas del txakoli en Bizkaia: Bakio. “Tenemos un microclima que nos da una identidad propia”, subraya Itziar Insausti que cuenta con “unas 14 hectáreas” de terreno donde cultivan las variedades “hondarrabi zuri y hondarrabi beltza”. La ubicación de los viñedos en Bakio permite tener “un ciclo vegetativo muy largo ya que la primavera empieza un poco antes que en el interior de Bizkaia y en verano con la brisa del mar no hace tanto calor. Siempre buscamos que los terrenos estén ubicados hacia al sur y que entre aire para que den al txakoli más calidad”. Además, esa cercanía al mar Cantábrico provoca que las uvas “tengan una salinidad” que otorgan al txakoli un carácter propio. Tras el “boom que se vivió en Bizkaia cuando surgieron productores de manera profesional”, Itziar Insausti valora que se prime “el txakoli de calidad frente a la cantidad” de litros. 

Futuro “En el siglo XIX el txakoli era un alimento. Hoy se consume de otra manera”, afirma la productora de Doniene Gorrondona que destaca que “en nuestro proyecto el txakoli tinto tiene mucha importancia”. “Antes se valoraba más el txakoli tinto pero no ha habido ese salto generacional”, comenta. El txakoli blanco es la estrella pero Itziar Insausti apuesta “por enseñar a los clientes que existe el txakoli tinto y es muy diferente a otros vinos tintos” que se puedan encontrar en el mercado. Y a la hora de consumir este txakoli tinto se notan las percepciones de los clientas ya que mientras “los más cercanos se acercan con miedo, los de fuera lo prueban de manera más fácil”.  

Al formar parte la bodega de Bizkaiko Txakolina, la productora tiene un vínculo con la denominación de origen y recalca su labor ya que aglutina a muchos productores, “guía” y acerca al consumidor vinos “con variedades climáticas” muy diferentes.