“Que tenga que ser un animal el que reivindique…” Un ganadero de Karrantza tira de ironía para describir el último incidente provocado por lo que instituciones y vecinos consideran deficiente, cuando no inexistente, mantenimiento de la red. Captada por su dueño en la zona del alto de Ubal, la curiosa imagen ya ha dado la vuelta a las redes sociales: una vaca enganchada a los cables de telefonía con expresión impasible, pero ya se sabe que la procesión va por dentro. Como consecuencia, parte del valle y la vecina villa de Lanestosa permanecen sin Internet.
“A nosotros nos ha afectado en el barrio de Sangrices”, asegura el primer edil de Karrantza, Raúl Palacio. En Lanestosa “estamos sin fibra desde el lunes y nos sabemos cuándo se va a solucionar”, confirma su alcaldesa, Belén Fernández, lamentando el “trastorno” que la avería ocasiona en el día a día del municipio: el propio Ayuntamiento, centro de salud, comercios, negocios... en un mundo digitalmente conectado. Se suman a los apagones de luz derivados de la sucesión de temporales de viento, a raíz de los cuales ambas localidades volvieron recientemente a alzar la voz para reclamar más recursos que ayuden a conservar los trazados en condiciones dignas.
Vecinos incomunicados
Las quejas, por ejemplo, de vecinos del barrio carranzano de Salviejo vienen de lejos. En un área con notable presencia de gente mayor sin vehículo propio para desplazarse en caso de emergencias han llegado a transcurrir semanas sin cobertura. “Mis padres, mayores y enfermos, se hallan incomunicados” debido a “los postes, cajas de registro y cables en el suelo”, aseguraba una preocupada vecina el pasado verano ante unos problemas que “se han agudizado”, señalaba.
“Para cualquier explotación que funcione con robots de ordeño también supone un problema. Tranquilamente me podía haber pasado a mí porque ha ocurrido más veces”, reflexiona el ganadero. Afortunadamente, “ha sido en la línea de teléfono y la vaca se encuentra bien” físicamente, pero sin duda estresada.
Cables por el suelo
No es el único punto sensible. “Cerca de mi finca hay cables tirados por el suelo”. En marzo del año pasado, mientras circulaba con su tractor por la zona de Molinar él y un compañero vieron un poste caído obstaculizaba el camino. Cuando lograron enderezarlo “amarrándolo a un árbol con unas riendas” identificaron un distintivo de color rojo que “dicen que los técnicos ponen para señalizar los que precisan reparación”. Pues bien, “ahí sigue el poste con las riendas que colocamos”. Un ejemplo ilustrativo del abandono que siente la Enkarterri rural. Por ello, piden no únicamente parches que alteran la vida de la ciudadanía con el mínimo imprevisto, sino un control efectivo y recursos para las redes de luz y telefonía.
De lo contrario, puede repercutir a la larga con una creciente amenaza de despoblación. Respecto a los cortes de luz, la alcaldesa de Lanestosa contaba que el municipio va a impulsar un ilusionante proyecto que aúna espacios de vivienda y trabajos compartidos que puede representar un elemento dinamizador, pero “me comentaban que como la luz siga yéndose las personas que puedan venir lo van a tener difícil”.