Sus padres le sentaron cuando tenía 18 años para contarle lo que sabía toda la familia menos él. “Fue como una salida del armario. Me dijeron que el esperma de aita no iba bien, que tuvieron que ir a una clínica y que mi madre se inseminó con el de un donante. Me puse a llorar. Es un shock porque no te lo esperas, pero mi relación con respecto a mi padre, aunque no sea biológico, no ha cambiado nada”, cuenta Imanol, un azafato de vuelo de Portugalete que, a sus 32 años, siente “curiosidad” por conocer la identidad del hombre con el que comparte la mitad de su material genético. “Todos tenemos derecho a saber de dónde venimos. Yo no es que tenga un sentimiento imperioso ni que quiera mantener una relación con esa persona, a la que no consideraría jamás mi padre, pero si el día de mañana tienes una enfermedad, al menos que puedas saber de dónde te viene, o simplemente ponerle cara, decir: Me parezco o no”, explica, convencido de que ha heredado de él sus rasgos físicos.
La clínica donde su madre se sometió al tratamiento de reproducción asistida, en Bilbao, ya no existe, por lo que le surgen aún más dudas. “La ley seguro que te ampara para conocer la identidad del donante por motivos de salud, pero en mi caso la clínica, que estaba en Jardines Albia, ha desaparecido. ¿Tú crees que van a mantener los datos de esa gente? Ha plegado y agur”, se teme.
Imanol nació en el Hospital de Cruces, es hijo único –“el proceso era largo y se les echaría un poquillo el tiempo encima”– y, lejos de sentir “vergüenza” por la forma en que fue concebido, muestra su agradecimiento. “Valoro mucho el proceso al que se sometieron mis padres porque hace treinta años estaba el estigma de No eres muy hombre porque no puedes tener hijos. También lo podrían haber ocultado, pero mi familia es bastante abierta y con mucha naturalidad lo hablaron con sus hermanas y sus padres, que les apoyaron. Además, podían no haber tenido hijos o adoptar, pero, gracias a eso, estoy yo aquí. No me siento menos que una persona que haya nacido de otra forma”, afirma.
Tampoco cuestiona que no se lo contaran hasta cumplir la mayoría de edad. “Mi padre tenía miedo a ser rechazado y lo entiendo. Yo soy gay y si me pongo a pensar, ¿por qué no les he dicho que lo soy con 8 años? También influirían factores sociales o no saber cómo va a reaccionar un chaval si le pilla en la adolescencia, que no terminas de entender o igual estás en un momento rebelde y lo pagas con quien no tienes que pagarlo. Yo no les juzgo. Cada uno lo dice cuando se ve preparado”, reflexiona.
Paseando por Barcelona, donde reside, Imanol reparó en un estand de la Asociación de hijas e hijos de donantes, AHID, que defiende “los derechos humanos” de las personas nacidas por este procedimiento y lucha para abolir “la ley que garantiza el anonimato” de los donantes de esperma y óvulos en el Estado. “Los vi y dije: Uy, si yo he nacido así. Estaban recogiendo firmas para mover un poco esto”, detalla Imanol, que les ha facilitado sus datos por si “da la casualidad” y puede identificar al donante o a posibles hermanas o hermanos. “No me he involucrado mucho porque no es que tenga una inquietud, pero si surge de repente... Dijeron que había un chico que también había nacido en Cruces en esa época y la gente va hablando por whatsapp”, comenta.
Lo que sí se hizo Imanol por su cuenta en su día fue un test de ADN. “Mandas unas muestras, te dicen de dónde pueden venir tus orígenes y te ponen en contacto si tienes coincidencia de ADN con alguien. En mi caso las coincidencias fueron de un 0,1 o un 1, así que no son hermanos”, dice y confiesa que alguna vez ha pensado en la posibilidad de encontrarse en la calle con alguien parecido a él. “Es como de película que me vaya a pasar a mí concretamente, pero ¿por qué no? Si fuese así, no tendría problema en conocer a ese hermano o al donante o lo que fuese”, asegura.
Aunque haber nacido como lo ha hecho no le ha causado “ningún trauma”, es consciente de que “no es algo que se hable abiertamente porque igual hay gente que lo vive con vergüenza”. Si tuviera que comunicarle a un hijo o a una hija que ha nacido por una donación de gametos, le intentaría “explicar que hay muchos modelos de familia y muchas formas de tener hijos”. En caso de que pudiera, no descartaría donar su esperma si el proceso “estuviese bien gestionado y con transparencia”. Tampoco ser padre por gestación subrogada. “Al ser homosexual, lo veo desde la perspectiva de que yo lo voy a necesitar. No criminalizo que la gente done, pero se ha de hablar y dar luz. Ya sé que va a abrir un debate social y habrá gente a la que le parecerá mal y a otra bien, pero en la vida también hay que evolucionar”.