A lo largo del último siglo, Santurtzi ha sido una localidad receptora de personas migrantes. Durante la segunda mitad del pasado siglo fueron gallegos, andaluces, extremeños y castellanos quienes, en busca de una vida mejor, se asentaron en la localidad marinera. En la década de los 90, fueron algunos balcánicos quienes huyendo del terror de la guerra, buscaron cobijo en Santurtzi; y en las últimas décadas los migrantes llegados de diversos puntos de África y Latinoamérica se han convertido en los protagonistas de los movimientos migratorios en la localidad marinera. En muchas ocasiones –en demasiadas– se habla de cifras y generalidades, pero tras cada persona que decide dejar atrás su hogar hay una historia y la exposición Izena duenak izana ere badu pone rostro a cinco migrantes que eligieron la localidad marinera como lugar en el que desarrollar sus proyectos de vida lejos de su tierra natal. Esta muestra está enmarcada en la estrategia antirrumores impulsada por el Consistorio santurtziarra.

Casi el 6% de la población santurtziarra es extranjera, según los últimos datos del INE. M. A. PARDO

Gracias a esta exposición al aire libre se pueden conocer historias como la de Anta, una mujer senegalesa de 56 años que ha hecho de su vida una constante lucha contra las adversidades. Anta actualmente vive en Mamariga y emigró de su país hace ya más de tres décadas, cuando tenía 24 años. Llegó embarazada a las costas españolas y, aunque fue amenazada con perder el trabajo que tenía en caso de dar a luz, tuvo a su hijo y logró encontrar otro empleo. A base de mucho esfuerzo y ahorrar logró reunir el dinero suficiente para poder traer a Euskadi a su por aquel entonces esposo. La pareja, junto a su hijo, se asentó en Alonsotegi, pero el reencuentro no tuvo final feliz, puesto que se divorció. Desde entonces, Anta sufrió el acoso y las amenazas de quien había sido su pareja. Pese a todo, se recompuso y formó la asociación Baax Yaay, un colectivo conformado por 57 mujeres de origen senegalés y cuyo nombre en wolof significa las que tienen las mejores madres. Además –ya asentada en la localidad marinera– decidió formar parte de la asociación Bao Bat, un colectivo cuya sede se encuentra en Mamariga, el barrio en el que Anta está desarrollando actualmente su proyecto de vida. En su testimonio, Anta pone de manifiesto las dificultades que, por racismo, tienen en ocasiones las personas de raza negra para algo tan necesario como es encontrar un piso de alquiler.

En ese mismo barrio de Santurtzi reside Ana, una rumana de 36 años que a los 18 decidió hacer las maletas desde su país natal para, por un lado, ayudar a mantener a su familia –es la segunda de siete hermanos– y, por el otro, tratar de cumplir su sueño de ir a la universidad. Antes de recalar en la localidad marinera estuvo un año en Madrid y ya en Santurtzi logró hacer realidad su sueño de convertirse en estudiante universitaria. Cursó Educación Social y actualmente ejerce de educadora social. “Es importante dar tiempo a las personas recién llegadas”, apunta esta mujer que se maneja tanto en castellano como en euskera. Por su parte, Arben es albanés y también vive en Mamariga. Su primera parada fue Alemania y después llegó a Euskadi. Bien cerquita de donde ahora vive, en Zierbena, estuvo viviendo seis meses en una tienda de campaña como no pocos compatriotas suyos que buscaban una vida mejor. El trabajo fue el vehículo que le permitió asentar su vida y ese puesto de trabajo lo encontró en Santurtzi, localidad en la que reside actualmente. Arben, quien ahora es ayudante de fontanería autónomo, pone el acento en la injusticia que supone la generalización entre los colectivos migrantes. Las historias de Anta, Ana, Arben y otras dos personas más son las que se pueden conocer gracias a Izena duenak izana ere badu y todos ellos ponen rostro a las personas migrantes, un fenómeno que en la localidad marinera lleva viviéndose cerca de un siglo, pero acerca del que aún quedan muchas cosas que aprender y actitudes que mejorar.

En corto

2.702 extranjeros. Según los últimos datos del INE disponibles, que datan del 1 de enero de 2022, de los 45.749 habitantes que por aquel entonces tenía Santurtzi, 2.702 eran extranjeros. Eso supone que el 5,9% de la población santurtziarra es nacida en el extranjero.

Marruecos y Rumanía. Cabe destacar que los dos países con mayor representación entre la población santurtziarra son Marruecos y Rumanía. En 2022 había 503 marroquíes y 367 rumanos en la localidad marinera.