El aeropuerto de Bilbao está acostumbrado a batir récords de operaciones aéreas y número de pasajeros después de la hecatombe que supuso en 2020 para el sector aéreo la pandemia del coronavirus pero seguro que no hubiera querido registrar el siguiente. Un total de 231 aviones que tenían previsto aterrizar o despegar en las pistas de Loiu fueron desviados a otros aeropuertos o las aerolíneas suspendieron sus vuelos como consecuencia de los numerosos eventos meteorológicos extremos que se han materializado en lo que va de este año en el valle del Txorierri.
Son datos aportados por la dirección de La Paloma hasta finales de noviembre después de una larga lista de jornadas en las que la niebla, como un agente cada vez más presente, pero sobre todo el viento cruzado marcaran la operativa aérea y dejaran en tierra a miles de viajeros.
Fuentes de Aena en Bilbao reconocían que “al aeropuerto también le están afectando los eventos climatológicos extremos que se están dando con el cambio climático”. Porque aunque en años anteriores las imágenes de los aviones que intentaban aterrizar en la pista central del aeropuerto dando tumbos a pocos metros de aterrizar como consecuencia de las corrientes de aire eran recurrentes este ejercicio las jornadas críticas se han multiplicado.
Según los datos aportados por el aeropuerto en 2021 se desviaron por fenómenos atmosféricos 21 vuelos, se triplicaron el año después con 66 y alcanzaron los 90 cambios de destino el pasado ejercicio de 2023.
A punto de concluir el presente año, en los primeros once meses se han registrado 112 desvíos a los que hay que sumar 119 cancelaciones de vuelos que querían despegar de Bilbao. En total suman las mencionadas 231 afecciones referidas, que si se comparan con el total de operaciones que registra al aeropuerto en un año suponen un porcentaje muy pequeño, pero que cuando afectan a los pasajeros causan grandes problemas. Según los datos aportados por Aena, las suspensiones y desvíos suponen solo el 0,47% de total de operaciones registradas de enero a noviembre.
Este año el registro de fuertes de rachas de viento principalmente, sumado a la presencia de nieblas muy densas a primera hora de la mañana han salpicado casi todo el calendario.
A lo largo de todo el año
Los días 5, 8 y 9 de febrero fueron los más problemáticos ya que se concentraron ambos fenómenos suponiendo el desvío y suspensión de 33 vuelos. Marzo y abril también registraron problemas operativos por las rachas ventosas y el 19 de agosto la niebla afectó a ocho operaciones. La última modificación por el clima ocurrió el último 23 de noviembre cuando cuatro vuelos tuvieron que ser desviados y volver finalmente en los aeropuertos de Madrid y Barcelona como consecuencia del intenso viento. También ese sábado, dos vuelos con origen Bilbao tuvieron que cancelarse y otros muchos sufrieron retrasos.
Pero el día que se llevó la palma de problemas fue el pasado 9 de octubre cuando el temporal Kirk y sus fuertes rachas de aire afectaron a un total de 60 operaciones programadas, 42 de los cuales fueron canceladas mientras que otros 18 vuelos restantes fueron desviados a otros aeropuertos. Cerca de 8.000 pasajeros no pudieron viajar o lo hicieron con prolongados retrasos.
Desde el aeropuerto de Bilbao se ven impotentes ante este aumento de jornadas ventosas y con niebla que impide la visibilidad y achacan a la emergencia climática su proliferación.
Geografía y clima
Es cierto que las condiciones geográficas de la ubicación del aeropuerto de Bilbao siempre han generado problemas. El más presente es el conocido entre los pilotos y los controladores aéreos como efecto cizalladura, el cual se genera cuando, en la particular orografía del valle del Txorierri, el aire que llega de orientación sur a velocidades que superan los 70 kilómetros por hora afectan a las maniobras de aterrizaje, sobre todo de los pilotos menos experimentados que tienen que abortar sus llegadas.
De hecho, para evitar el máximo de operaciones frustradas la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) puso en marcha hace dos años en Loiu un radar que mediante un sistema basado en láseres infrarrojos es capaz de detectar y avisar a los pilotos de los vientos cruzados.
Bilbao es el único aeropuerto del Estado que cuenta con este sistema después de que Aemet elaborara un informe donde se recogía cómo la cizalladura era la causa del 70% de las aproximaciones frustradas a Bilbao y que el sistema LLWAS anterior no era válido para detectarlo.
Sobre este tema, Francisco Cruz, comandante de Airbus con más de 18.000 horas de vuelo, y habitual en Bilbao comenta que “para hablar de cambio climático en Bilbao es demasiado pronto, hay que hacer más estudios, pero lo que está claro es que es imprescindible tener mayores herramientas meteorológicas, sobre todo ahora si los fenómenos meteorológicos van a ser más virulentos e intensos en determinadas zonas”.
Considera así mismo que “está demostrado con estudios y yo, que hago vuelos de largo radio a Nueva York y Boston, te puedo constatar que tengo más turbulencias que las que tenía hace diez o quince años”.
Afortunadamente, de momento, el fuerte viento y la niebla se mantienen como agentes climatológicos más condicionantes del aeropuerto ya que la nieve, por su escasa presencia, no afecta la operativa. La última gran nevada que supuso problemas ocurrió en invierno de 2018 cuando tuvo que activarse el dispositivo con que cuenta La Paloma para quitar el hielo de las alas de los aviones que duermen en la terminal de Loiu y permitir así la maniobra de despegue.
Al detalle
Niebla matutina mucha más presencia este año
A la tradicional presencia de vientos cruzados y rachas de aire fuerte este año se ha sumado la afección a la operativa aérea por la niebla de la mañana.
Incremento continuo de los desvíos en cuatro años
En 2021 cambiaron de aeropuerto 21 aviones, se triplicaron a 66 en 2022, alcanzaron los 90 el pasado año y el presente ha llegado a 112.