Con una población de “760 ejemplares” entre Bizkaia, Gipuzkoa y Araba, el burro de las Encartaciones se encuentra aún en peligro de extinción y muy lejos de abandonarlo, alertó Ainhoa Egia, coordinadora de la Federación de criadores de esta raza autóctona, Enafe, que agrupa a los tres territorios. Pero “estamos creciendo, tanto en número de animales como en explotaciones”, afirmó durante la feria de San Andrés y La Inmaculada de Gordexola.
Eventos como el del municipio encartado proporcionan la oportunidad de “dar a conocer esta raza en lo cultural y promover su conservación”, así como posibilitar los contactos entre ganaderos que puedan fructificar en el crecimiento de la raza.
El quinto concurso de asno encartado de Gordexola reunió a lo largo de toda la mañana de ayer en sus diferentes categorías a “sesenta burros en total: veinte vizcainos, veinte guipuzcoanos y veinte alaveses” en el recinto ferial detrás del frontón.
“Debido al desarrollo industrial y la mecanización de las labores agrícolas es el animal doméstico que mayor regresión ha sufrido”, cuya situación se puede calificar todavía de “crítica” contó la coordinadora de Enafe. Con un peso de entre 170 y 210 kilos en machos y entre 140 y 190 kilos en hembras, miden de la alzada a la cruz entre 109 y 123 centímetros en el caso de los machos y entre 103 y 123 las hembras. “Un parto cada dos años significa una buena noticia, porque cuesta que se queden preñadas y el período de gestación dura entre once y catorce meses”, apuntó, por su parte, micrófono en mano, el presentador de los concursos ante un nutrido público que disfrutó de una temperatura agradable.
Mayor esperanza de vida
Lejos ya de las labores de minería y forestales en las que eran empleados, a día de hoy los burros encartados favorecen “la conservación de la biodiversidad por su habilidad para limpiar los pastos sin estropear el terreno”. Y es que sus pequeños y redondos cascos con fuertes tendones les permiten, además, moverse por terrenos con grandes pendientes. Los cambios de hábitos hacia otras labores menos exigentes para su menudo físico, como el mencionado pastoreo, tareas agrícolas o incluso su rol como animales de compañía se ha traducido en un aumento de la esperanza de vida hasta un rango de entre 25 y 30 años, contextualizan en la asociación Enafe.
Ayer los burros compartieron protagonismo con el XXI concurso provincial de raza frisona, la XXXI muestra de ganado local y una exhibición de perros pastor. En el recinto ferial María Mon, procedente de Karrantza, acicaló a la vaca Iratxe antes de su salida a la pista. “Se trata de un certamen morfológico, pero todo influye” a la hora de someterse a la valoración del jurado, por eso “la peino y doy brillo y laca”. Un premio supone “prestigio y orgullo” para la explotación, que tiene el relevo garantizado: “A los hijos de los propietarios les encanta”, aseguró.
No le sucede lo mismo a Luis Montalban, uno de los ganaderos de Gordexola que mostró sus reses de carne. “Cada vez subsistimos menos personas”, lamentó, aprovechando para pedir “la apertura de un matadero en Enkarterri que evite los desplazamientos a Oñati”.
Ligados a la ganadería desde la recuperación del pastoreo, Joseba Edesa y Laurita Siles o, lo que es lo mismo, la asociación Mutur Beltz de Karranza presentaron su línea de ropa y complementos elaborados con lana de oveja autóctona con excelentes noticias. “Hemos sido seleccionados finalistas de los Premios Nacionales de Artesanía en la categoría de Emprendimiento, de los Elkarlan Sariak y del premio de la Fundación Unicaja de Artesanía”, celebraron.