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“Te entregan a tu hijo muerto delante de tu casa y no hay ni juicio”

“Estamos rotos. Hasta que esto no se acabe...”. Cuatro años y medio después de que Iurgi falleciera tras impactar con un vehículo en Aulesti, sus padres esperan que en la vía civil “se investigue” el caso

“Te entregan a tu hijo muerto delante de tu casa y no hay ni juicio”Borja Guerrero

"Cuatro años y medio de lucha es una barbaridad. Te entregan a tu hijo muerto delante de tu casa y no pasa nada, no hay ni un juicio”. La impotencia impregna las palabras de Agurtzane Uriarte y Iosu Beraza, los padres de Iurgi, el pequeño de 11 años fallecido tras impactar con un vehículo mientras andaba en bici “en una carretera vecinal, a menos de 200 metros” del caserío familiar, en el barrio Zubero de Aulesti. Sucedió el 21 de mayo de 2020, en plena pandemia, y aquel día sus vidas se paralizaron. Hasta el pijama de su hijo permanece aún bajo la almohada. “Su cuarto sigue igual. No hemos avanzado nada. Estamos rotos porque no hemos podido tener ni un duelo todavía. Hasta que esto no se acabe judicialmente...”, lamentan.

Iurgi era como “un cascabel, muy alegre y dicharachero”. Desde que su sonrisa se apagó, sus padres están atrapados en un túnel y no atisban luz al final. “Perder a un hijo es desgarrador, algo brutal. No puedo entender que en un tema de estos no se pida ni siquiera una reconstrucción”, denuncia Agurtzane, que lo único que suplica, al igual que su marido, es “saber la verdad” para mitigar su angustia. “Queremos que se haga una reconstrucción, pero como dios manda, porque las fotos y las medidas están ahí. No pedimos más. Y si ha sido culpa del niño, ha sido culpa del niño, pero si ha sido responsabilidad del conductor, que cargue con ella. Lo que no puede ser es que no pase nada porque ha pasado algo y muy grave”, recalca.

Pese a sus esfuerzos por reabrir el caso, este fue archivado al considerar que fue “un fatal accidente sin culpables”. “Seguimos sin tener ninguna respuesta de la justicia, nos sentimos abandonados. La vía penal nos la han cerrado y ahora estamos en la vía civil. Esperamos que nos hagan algo de caso y que se investigue, aunque sea un poquito”, confía Iosu, con la vista puesta en el próximo 3 de diciembre. “Habrá una vista previa para decidir si se llega a un acuerdo o se celebra un juicio y eso nos está creando una ansiedad del copón porque pasa el tiempo y aquí no se ha hecho nada. Esto nos está volviendo a matar porque es recordar y recordar”, se duele.

“Perder a un hijo es algo brutal. No entiendo que no se pida ni siquiera una reconstrucción”

Agurtzane Uriarte . Madre de Iurgi

En caso de que se determine, como espera su abogado, que el atropello “es responsabilidad del conductor, su compañía de seguros asumirá las cantidades estipuladas por ley”, que rondan, según estima Iosu, “los ochenta y pico mil euros” por progenitor. “Tristemente solo se trata de dinero. A mí eso...”, musita este padre, para quien no hay cantidad que resarza tanto sufrimiento.

Cuando esto se acabe, imagino que podremos tener el duelo y un poco más de paz, pero no sé lo que pasará porque la mente es muy jodida. Yo curro de transportista y no puedo estar doce horas al volante porque mi cabeza no da más de sí. Voy por la carretera y se me pasan muchas ideas que no deberían de pasarme. Psicológicamente estamos mal”, asegura.

Él de baja y ella en excedencia, su salud física también se ha visto muy resentida tras la tragedia. “Agurtzane tiene unos dolores de cabeza brutales. Le han detectado fibromialgia y todo ha sido a raíz de eso. A mí me salieron piedras en el riñón y me tienen que poner una prótesis de rodilla. La artrosis ya la tendría, pero con esto se te agudiza todo”, cuenta Iosu, para quien “esta vida ya es un sinvivir”.

“Las cosas se hicieron mal”

A los padres de Iurgi les recorcome, según explican, que nadie les tomara declaración, que no se aceptaran las dos reconstrucciones que intentaron presentar y que concluían que “el vehículo circulaba a más velocidad de la permitida” o que “no se realizara una investigación detallada por parte de expertos” como entienden que requería un caso “de este calibre”.

“Lees el atestado y te hierve la sangre. Es una impotencia...”, dice Iosu. “Las cosas se hicieron mal desde el principio. Es verdad que era la puñetera pandemia y estaba todo cerrado, pero ya no. Somos humanos y pueden errar, pero que lo reconozcan y rectifiquen, que nadie tenga que pasar por este dolor”, añade Agurtzane.

Por si fuera poco, todos los días ven desde la ventana de su casa el lugar donde su hijo fue atropellado y en el pueblo coinciden con el conductor del vehículo y algunos de sus familiares. Dicen que no les han dado ni el pésame. “Cada vez que vamos nos encontramos con ellos y eso no nos deja remontar. Vivir en el mismo sitio donde vive la persona que ha estado implicada en la muerte de tu hijo es muy duro”, confiesan. Tanto que muchas veces han pensado en mudarse. “Pero tampoco es fácil porque la madre de Agurtzane vive con nosotros y es una persona mayor. Yo soy de Bilbao y a mí no me costaría, pero para Agurtzane esta es su vida. Además, te preguntas: ¿Pero por qué me tengo que ir yo de aquí si no he hecho mal a nadie? A mí me pasa esto al revés y si veo a los padres de la víctima, me voy para otro lado”, comenta Iosu, que no le desea “ni a él que tenga que sufrir lo que estamos sufriendo nosotros”.

De hecho, aclara, “nosotros nunca hemos pedido que le imputen nada, hemos pedido que se sepa la verdad, que le pregunten, por ejemplo, por qué movió el coche y la bici. En el atestado pone que, en la celeridad de socorrer al niño, se movió todo el escenario, pero para eso mueves al niño, no el coche”, señala, sin poder dejar de darle vueltas a todas las circunstancias de aquella trágica jornada.

"Vivir en el mismo sitio donde vive la persona que ha estado implicada en la muerte de tu hijo es muy duro”

Iosu Beraza . Padre de Iurgi

Tampoco se quitan de la cabeza cómo les entregó a su hijo “en brazos, destrozado”. “Mi marido le estuvo haciendo la reanimación. Esas imágenes no nos las borra nadie”, confiesa Agurtzane, quien lamenta la falta de empatía de algunos profesionales con los que se han cruzado en este arduo proceso. “Vuelve a herir y a hacer daño. Revives todo. Es una agonía. Que la familia tenga que pasar estas penurias después del drama en sí de la pérdida de un hijo... Lo único que nos hace levantarnos cada día es aclarar esta situación y que nadie más pase por esto, que no se archiven los casos a la ligera y se indague”, remarca Agurtzane, a quien no le “extraña que luego los chavales hagan carreras porque matan a uno y no pasa nada. No le hicieron ni un test de drogas, que por ley hay que hacer”.

Iosu y Agurtzane se tienen el uno al otro, pero les falta lo más importante, Iurgi. “Era el motor de nuestra vida”, aseguran. Sin su hijo no terminan de encontrar “la ilusión” para seguir adelante. “Es un cúmulo de cosas. Yo le digo a Agurtzane: Cuando acabe todo esto, que pase lo que pase, como si salgo a la carretera y me pilla un coche, se acabó, yo ya no voy a padecer más. Mi psiquiatra me pregunta: Iosu, ¿cómo te ves de aquí a cinco años? ¿De aquí a cinco años? Si no sé si mañana me voy a morir y, además, tampoco me importa”.