El apoyo entre iguales es un salvavidas al que agarrarse en momentos de dificultad, como puede ser una enfermedad. Disponer de la ayuda de personas que viven con una enfermedad crónica o bien son cuidadoras, ofrece un valor añadido puesto que el conocimiento es mucho más comprensible cuando se hace utilizando el mismo lenguaje y vivencias similares. De conectar a estas personas se encarga el programa Paziente Bizia-Paciente Activo de Osakidetza, que está dirigido a aumentar la capacitación en autocuidados y en la autogestión de la enfermedad.
Esta iniciativa se puso en marcha en 2010 y, actualmente, la OSI de Uribe imparte talleres formativos en el gaztetxoko de Gatika gracias a la colaboración del Ayuntamiento de la localidad. Allí, personas con enfermedades crónicas o responsables de su cuidado imparten y comparten su conocimientos sobre diabetes, cáncer, insuficiencia cardiaca o bienestar emocional, entre otros, que están dirigidos a aumentar la capacitación de la gestión de la propia salud y la enfermedad. De este modo, se persigue contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas fomentando su autonomía y participación en la toma de decisiones.
Precisamente, una de esas personas encargadas de compartir su conocimiento como monitora es Mari Carmen Bilbao, vecina de Derio, y cuidadora de un enfermo crónico. Hace cuatro meses se incorporó al programa, un espacio en el que ha encontrado una vía de escape. “Me ha ayudado a gestionar las emociones porque es muy duro”, relata. Una experiencia que ahora intenta transmitir a otras personas en una situación similar. “Les intento trasladar que hay que tener mucha paciencia y que se tienen que dar cuenta de que el enfermo está enfermo, porque muchas veces nos cuesta admitirlo”, prosigue. También apunta que es necesario “el humor” para sobrellevar situaciones familiares realmente difíciles.
En esta línea, una de las personas que han recibido formación sobre bienestar emocional es la gatikarra Julia Delgado. En su caso, aceptó la recomendación de su médico de cabecera para participar a raíz de un problema familiar. “A veces te cuesta hablar de los problemas y el hecho de poder compartirlos con otras personas te permite darte cuenta de que no eres la única que está sufriendo”, explica. Asimismo, también le ha servido para aprender “pautas” para abordar la relación con los médicos. Sesiones en grupo que ayudan a reforzar la autoestima y redundan en beneficios físicos. “Desde que vengo me encuentro con más energía”, concluye otra paciente.