Lo antiguo tiene mucho encanto y muestra de ello es el tirón que, edición tras edición, y ya van cincuenta, tiene la feria Desemabalaje en el BEC. Durante todo el pasado fin de semana, se pudo disfrutar en el pabellón dos del recinto ferial de Ansio de la presencia de más de 130 expositores que han acercado antigüedades en ramas tan diversas como el arte, la decoración, mobiliario, juguetes y demás elementos que han hecho retrotraerse décadas en el tiempo a las miles de personas que han asistido a esta feria.
Pasear por el pabellón 2 del BEC este fin de semana ha sido una bonita experiencia en la que los más mayores han recordado tiempos pretéritos, mientras que los más jóvenes han visto in situ cómo era, en ciertos aspectos, la vida hace varias décadas. Acudir al Desembalaje, es, de alguna manera, acudir a una clase de historia contemporánea porque cada uno de los objetos a la venta tiene su historia. Paseando por la zona central de la feria se podía ver un puesto en el que destacaba la figura de un E.T. Tremendamente simpático y que era un imán de miradas. Era el puesto Popmanía del riojano José Ramón Alonso, un asiduo al Desembalaje. “Este E.T. es de tamaño natural y hay muy pocos de este tipo. Lo compré en Francia, me encontré un camión lleno de muñecos como éste y la gente los estaba comprando como locos. Yo me hice con dos, uno lo tengo en casa y el otro aquí expuesto. La gente pregunta por él, lo mira, se hace fotos con él... La gente en estas ferias pregunta, sobre todo, por lo más llamativo”, explicó Alonso. Él también tiene historia, puesto que su afición por el coleccionismo le llegó a raíz de su trabajo en Elecnor. “A finales de los 90, nos mandaron cambiar teléfonos y mi trabajo consistía en cambiar los modelos Góndola y Heraldo de toda la vida por los multiservicio. Los teléfonos que se retiraban, la mayoría iban a la basura o a la chatarra y algunos empecé a guardármelos porque creo que son historia. Empecé buscando teléfonos para coleccionar y hasta hoy”, desarrolló Alonso, quien en su puesto también tenía señales publicitarias, carteles de calles antiguos y demás elementos que hacían viajar en el tiempo.
Por su parte, Sabina Vapillon es otra apasionada al coleccionismo que acude con su puesto desde hace una década al Desembalaje. “Esta es una de las mejores ferias que hay a nivel de expositores y de afluencia de público. Nosotros somos coleccionistas que compramos objeto por objeto. Cada objeto que ves tiene su historia y su razón para estar aquí. Nosotros compramos lo que nos gusta, lo que nos llama la atención porque somos coleccionistas, no somos especialistas en nada”, reconoció esta francesa afincada en la localidad cántabra de Suesa. En su puesto se podían ver desde vajillas, hasta cocinas de juguete pasando por cazuelas, luminosos... ¡¡Y un semáforo!! Este semáforo que indica a los peatones cuándo pasar o no hacerlo, atrajo muchas miradas a lo largo del fin de semana. “Este semáforo se utilizaba cuando las carreteras estaban en obras para regular el tráfico y el paso de peatones. Lo compramos en Francia. Nosotros compramos mucho en Francia porque yo soy francesa y controlo un poco ese mercado”, resumió Sabina.
A los objetos que han dado color y sentido a la 50 edición del Desembalaje se les puede dar una segunda oportunidad, una segunda vida. Omar Álvarez llegó desde la localidad valenciana de Xátiva para mostrar su puesto en el que las antigüedades relacionadas con el mundo de la imagen tenían un peso específico. En la parte delantera del puesto lucían cámaras de vídeo antiguas y un proyector que data de los años 20 del pasado siglo. “Es una lente mágica, un proyector de los años 20 que compré en Inglaterra, aunque es de fabricación francesa. La vi en una feria inglesa del estilo al Desembalaje. Le faltaban algunas piezas y pensé que podría convertirla en una lámpara y así lo hice”, declaró este valenciano que antes de dedicarse al coleccionismo, era importador de muebles.
“Llevo 25 años viniendo al Desembalaje y esta feria está muy bien porque se encuentran objetos únicos. Aquí venimos a vender, pero también a comprar”, concluyó Álvarez, uno de los 130 expositores de esta 50 edición del Desembalaje, una feria que a lo largo de este pasado fin de semana ha traído al BEC objetos que son pura historia.