No es lo mismo oír que escuchar, pero lo segundo resulta imposible si no puede hacerse correctamente lo primero. Y, para ello, es imprescindible una buena salud auditiva. La audióloga Daiana Martínez, directora de la Clínica Coda de Bilbao, se felicita de que cada vez hay menos rechazo a ponerse unos audífonos. Con todo, tiene claro que, en general, no le damos la importancia debida al estado de nuestro sistema auditivo. Y para cuando reaccionamos, el deterioro suele estar ya muy avanzado.

¿Es el entorno urbano, como puede ser el de Bilbao, más agresivo para la salud auditiva que el rural?—

Claramente, la exposición prolongada al ruido es un problema importante de cara al cuidado de la salud auditiva. El trabajar en un entorno muy ruidoso durante muchas horas, el utilizar auriculares durante mucho tiempo a volúmenes muy altos, toda la contaminación acústica que puede haber en la ciudad... Obviamente, afecta a la salud auditiva. El tráfico, las obras o la industria, que aquí tiene mucha presencia… En este tipo de trabajos hay que utilizar protección para poder mitigarlo.

La dependencia constante del teléfono móvil, el tenerlo siempre a la oreja o, peor aún, el uso continuo de auriculares al que antes se refería, ¿están aumentando o adelantando los problemas auditivos?

Nos estamos encontrando pérdidas auditivas en edades más tempranas que antes. No se puede especificar que sea por eso, pero el estilo de vida que llevamos a día de hoy afecta. Lo que es malo no es el uso de esas tecnologías, sino el abuso tanto en tiempo como en volumen. Por ejemplo, esa persona con auriculares que tienes al lado en el metro y escuchas perfectamente la música que está oyendo… Eso no es sano.

Y ciertas profesiones acarrearán más riesgo para la salud auditiva.—

En cualquier persona que trabaja en un entorno muy ruidoso nos encontramos a la larga con problemas auditivos. Tenemos muchos pacientes de astilleros o caldereros, para los que en su época la protección era nula. Todo este ruido prolongado durante las horas que trabaje la persona sin ningún tipo de protección termina dañando la audición. Eso está comprobado, por eso hay ahora unas normas para proteger la audición.

¿A partir de la pandemia se han incrementado las consultas por problemas auditivos?—

Muchísimo. Lo que ocurrió con la pandemia es que, al taparnos la boca con las mascarillas, mucha gente que ya tenía una dificultad auditiva se vio agravada por no poder ver los labios, que es muy importante para poder entender. Y además, a partir de la pandemia nos cuidamos un poco más y estamos un poco más pendientes de la salud de lo que estábamos antes.

¿Cuidamos menos nuestros oídos que otras partes del cuerpo?

Rotundamente sí. Por algún motivo tenemos muy interiorizado hacer unos análisis de sangre anuales o revisar la vista, pero el oído es el gran olvidado de nuestro cuerpo. De ahí que aparezcan luego muchos problemas cuya solución es más difícil, puesto que cuando se van dejando, los problemas habitualmente se agravan.

¿Una mala salud auditiva puede llevarnos a aislarnos y a incidir en nuestra salud mental?—

Sí. El hecho de no oír conlleva que no vas a entender lo que la gente te está diciendo. Por lo tanto, ya te aísla del entorno más próximo, de tu familia, de tus seres queridos… Y sobre todo te genera una sensación de inseguridad, por ejemplo en el trabajo.