Hace un par de años pensando en las celebraciones del Centenario de la Federación Vasco Navarra de Alpinismo, creí que debía honrar la vida de cuatro montañeros especialmente relevantes en el origen organizado de nuestro bello deporte de escalar montañas con el único objetivo de disfrutar, compartir y volver a subir otra.

No tenía difícil decidir cuáles eran, pues son caldo de cultivo para mí en muchos trabajos. Sin duda, otros estuvieron en la organización del alpinismo vasco agrupado, muchísimos jóvenes que descubrieron el mundo a sus pies, y lo subieron. Tengo pendiente hacer una lista de los más relevantes, pero es que intentarlo, es no acabar nunca. Así que me decidí por los clásicos: Antxon Bandres, Angel Sopeña, Antonio Ferrer y Andrés Espinosa.

Los dos primeros yacen en el cementerio municipal de Bilbao, Ferrer en Algorta y Espinosa en Amorebieta-Etxano. La expedición fue de tres horas de visita a tres cementerios y, para algo tan especial, tuve la suerte de tener de compañía a Jesús de la Fuente, César Estornés y Txutxi Muguerza, tres históricos del montañismo bizkaino. El mendizale Félix Itxu se unió en su Algorta natal. En cada tumba rezamos y tuvimos un minuto de silencio, recuerdo y memoria. Os diré que llegué a Orozko contento y satisfecho. Era una promesa que quise hacer durante el Centenario de la FVNA y, la he cumplido. Fue el 9 de abril. Recorrimos 154 kilómetros en total.

Antxon Bandres Azkue | Tolosa,1874 - Bilbao, 1966

Padre del montañismo

Primer presidente FVNA. Se le considera el padre del montañismo vasco como deporte. Gran líder. Primero en el Mont Blanc con dos alpinistas más. Presidió el Club Deportivo Bilbao y El Sitio, miembro de Eusko Ikaskuntza. concejal de Bilbao. Fue un hombre muy respetado. Sin su interés por organizar el montañismo vasco a día de hoy no se entendería nuestro deporte. Es el que más nos ha aportado genéticamente hablando de alpinismo.

La de Ángel Sopeña. Iñaki García Uribe

Ángel Sopeña Orueta | Bilbao,1891 - 1992

Periodista y escalador

Pionero de la escalada y montañismo vasco. Enamorado de la naturaleza y de las cumbres. Primera escalada vasca, el Pico del Fraile. Fue el primer vasco en ascender al Naranjo de Bulnes, en alpargatas. El segundo vasco en escalar el Cervino, tras su amigo Espinosa. Con sus gestas perseguía la gloria del CDB, al que perteneció desde 1915. Pionero del periodismo de montaña. Practicaba gimnasia, pelota, natación y esquí. Sereno, reservado, buen conversador, sibarita, de buen comer, buen cantante, se duchaba todos los días a las seis de la mañana con agua fría.

Antonio Ferrer Bolart | Las Arenas, 1900-1976

Precursor del camping

Excepcional deportista, apodado El Hombre de las Cavernas, seudónimo con el que firma en prensa sus crónicas y artículos pioneros de nuestro deporte. Primer vasco que se preocupó de la espeleología al publicar el primer catálogo de cavernas y simas de Bizkaia. Experto nadador, campeón de saltos, importante ciclista en 1920, motorista, primero en vuelo en ala delta, fue también pionero en el esquí en Bizkaia. En 1928 se sitúa en lo más alto del Pirineo, corona el Aneto y Maladeta. En 1931 el Vignemale, el Balaitous, La Gran Facha y los Picos del Infierno. Precursor del camping y también en la promoción de la mujer montañera.

Lugar de descanso de Andrés Espinosa. Iñaki García Uribe

Andrés Espinosa Echebarria | Amorebieta, 1903 - Bilbao, 1985

Guía de gudaris

Su palmarés es de un auténtico especialista en dificultad. Escala descalzo y él solo el Naranjo de Bulnes. Por primera vez un montañero corona en solitario el Mont Blanc (1929) y después, Cervino. Primero en solitario al Kilimanjaro. Subirá el Sinaí y el Toubkal. Primer vasco que se asomó al Himalaya. Disponía de recursos económicos limitados. Viajó muy lejos, acompañado de su mochila, bastón y abarcas. Por su fortaleza física y psíquica se convirtió en una leyenda. Protegido económicamente por Manu de la Sota. La Guerra Civil lo marcó mucho. Estuvo preso, al ser capturado en Gorbeia, donde ejercía de guía a gudaris, porque el Gobierno vasco se lo pidió. Intercedió por él su amigo Ángel Sopeña, que, a su vez, era el que guiaba en Gorbeia a los del otro bando de la contienda armada. Sopeña le sacó del campo de concentración franquista de la Universidad de Deusto y se escondió en sí mismo dejando la vida social para siempre.