Lejos queda la imagen de las cientos de cabezas abarrotando el parque Gallarta Zaharra en pospandemia en el día de Burdin Jaia, la cita por excelencia para recordar a los locales de Meatzaldea, Ezkerraldea y Enkarterri –y foráneos varios– que la industria vizcaina, sus venturas y desventuras, tiene en el agujero de la corta Concha II el mejor exponente de cómo el progreso podía merendarse pueblos en aras del desarrollo que nos ha traído aquí. Ayer, el césped del entorno de la Ekoetxea y del parque orillado a la mina Bodovalle era plenipotenciario de la soleada mañana en la que la fiesta del hierro tuvo que competir con eventos varios a diestra y siniestra, además de la pertinaz costumbre humana de ir a la playa cuando el día lo permite.
Ni los denodados esfuerzos de la entidad de desarrollo turístico Enkartur, ni de la Diputación Foral de Bizkaia, ni del Gobierno vasco (representado por Daniel Solana, director de BasqueTour y que anunció un plan de sostenibilidad dotado con 1,5 millones para desarrollar el turismo industrial en la zona), amén del entregado Ayuntamiento de Abanto-Zierbena, lograron más implicación popular que el cuerno que de manera certera hizo sonar –como si algo fuera a explotar– el abantoarra Carmelo García. Una llamada ante la que se pararon con mirada atenta los Uriarte, Carmelo –fundador del Museo Minero– y su hijo Aitor, miembro de la Fundación que rige los designios del templo que desde Gallarta acoge las novenas por el sostenimiento de la memoria histórica de la minería.
Cierto es también que por la tarde el ambiente mejoró y todo apunta a que quienes desde Meatzaldea, Ezkerraldea y Enkarterri no se dejen ver hoy por la procesión de El Socorro en Pobeña o la cita canina de Muskiz, por poner un ejemplo de la cercana concurrencia competitiva festiva, podrán disfrutar de una fiesta del hierro que tiene en la sala inmersiva puesta en marcha –por primera vez al aire libre– por la Diputación una de las principales novedades de esta Burdin Jaia. Un recinto ubicado en la planicie verde junto a la Ekoetxea, de acceso gratuito, que repasa de manera sorprendente con pantallas y una mesa interactiva la historia de la industrialización. No debe olvidarse que la feria cuenta con más de 20 casetas con todo tipo de productos del agro y artesanía, acompañados de stands que reproducen algunas de las imágenes más icónicas de la industria minera como una bocamina, dos torretas que recuerdan el sistema de tranvías aéreos del mineral e incluso un coqueto lavadero de mineral donde las txirteras –con un sueldo a veces menor que el de un pintxe minero– se encargaban de separar la paja del trigo mineral.
Día infantil
El programa oficial de actos para esta jornada dominical comenzará a las 11.00 horas en la Ekoetxea Meatzaldea que ofrece una vista espectacular del enorme agujero sobre el que antaño se asentaba el pueblo de Gallarta. En esta institución –dependiente del Gobierno vasco– se celebra Klima Azoka que invita a sus participantes a jugar y divertirse tomando conciencia sobre el impacto ambiental del cambio climático. Por cierto, que el Ayuntamiento de Abanto-Zierbena ha obtenido por segunda vez consecutiva el premio Erronka Garbia por la organización sostenible de este popular evento. La mañana contará también con talleres infantiles y pintacaras y juegos tradicionales de madera. Para reponer fuerzas, el Museo ofrecerá con la entrada –un euro– una txorizada en la fragua. Una exhibición ambientada de barrena pondrá punto final a los actos de esta edición bendecida con un sol radiante.