María Quintela Rodríguez, una sestaoarra llegada al mundo hace taytantos en Cruces-Barakaldo y que desde hace varios años es hija adoptiva de Ortuella, no es una estrella de Hollywood y ni siquiera ha estado en el late show de Broncano –que no estaría mal por eso de poner en valor el arrojo femenino en tierra deportiva secularmente dominada por hombres– pero puede presumir, aunque no le guste, de haber firmado muchos autógrafos entre los guiris que la vieron tirar de barrena en Aste Nagusia en 2022. “La verdad es que fue una experiencia inolvidable”, comenta esta mujer acostumbrada a trabajar duro para sacar adelante a su familia como empleada de la limpieza –su ocupación actual– o como camarera, cocinera. “Incluso estuve unos años yendo a limpiar anchoas a la fábrica de Lolín en Cantabria”. El sueldo no era para echar cohetes, “pero había que seguir adelante”, señala esta barrenadora de apenas 1,65 metros de altura y un cuerpo para nada moldeado en gimnasio. Eso sí, una voluntad de hierro que la lleva a superar retos a diario.

Ahora me he apuntado al levantamiento de piedra en el Club Andra Mari de Getxo. Empecé levantando 63 kilos y no veas las agujetas... Pero bueno, es algo que quiero hacer y ese es el precio a pagar”, avanza esta deportista que llegó al mundo de la barrena por pura convicción personal. “Es un deporte que me llamó la atención desde el principio que lo conocí por la historia que lleva y el sacrificio que suponía. Al final es un homenaje a todos los mineros. Es la historia que tiene detrás y yo lo vi y dije: eso lo tengo que hacer yo y con lo burra que soy lo tengo que hacer. Fue así mi pensamiento, empecé y me enamoré de este deporte que tiene tanta historia detrás”, remarca María Quintela, quien no oculta que la decisión no hubiera tenido el mismo peso si no hubiera contado con el decidido apoyo de su pareja, el también barrenador del club ortuellarra, Edu Hidalgo.

Gesto de rabia de la barrenadora ortuellarra ante un golpe a la piedra de granito. BURDIN GAZTEAK

“Mi marido ha sido conmigo más duro incluso que con el resto de los tiradores. Ha habido más de una discusión porque yo pensaba que me iba a tener más consideración pero al final he entendido que su dureza ha servido para sacar lo mejor de mí”, apunta esta mujer que cada vez que se sube a la piedra es capaz de dar más de 20 golpes seguidos a la piedra antes de pasar el relevo al siguiente barrenador. “Un hombre es capaz de dar más de 40 golpes, pero no todo es fuerza” matiza Quintela, cuya decisión de participar en este duro deporte la tomó hace casi once años –diez en activo de manera continuada– que la han convertido en la veterana de esta deporte rural. Así se lo han reconocido los equipos participantes en la Liga vasca que el pasado domingo le tributaron en Trapagaran –donde se celebró la última prueba de la campaña de 2023 que proclamó campeón a su club, el Burdin Gazteak– un merecido homenaje por su perseverancia y ejemplo a la hora de fomentar la incorporación de la mujer a este deporte como se está dando en otras modalidades de los herri kirolak o en deportes minoritarios como el bolo a Katxete.

Fondo físico

“Hay quien puede pensar que este deporte es solo fuerza pero ya te digo que el fondo físico y la puntería juegan un factor muy importante a la hora de afrontar las pruebas. Hay quien levanta poco la barrena para mejorar la puntería en detrimento de la fuerza, mientras que otros tiran la barrena –que pesa entre 13 y 14 kilos– desde más altura confiando en la fuerza... Cada uno tiene su estilo, pero al final de lo que se trata es de hacer el mayor número de zulos en media hora”, destaca esta barrenadora que ostenta varios títulos individuales y por parejas, amén de los laureles cosechados con Burdin Gazteak en la Liga y que, además, ha ganado en varias ocasiones a hombres encima de la piedra caliza que golpean con una barrena de hierro de casi dos metros de altura.

Es una pena que actualmente la barrena no cuente con tantas mujeres como hace unos años, cuando surgió un club, el KZ Kabiezes, formado sólo por mujeres y que hicieron un gran papel de promoción de este deporte minero. En estos momentos estamos tan solo cuatro mujeres: dos en el Club Aldai Alde de Trapagaran, Ehiarne Pardo y Lourdes Peralta, una en el Club Errekatxo de Barakaldo, María Etxebarria, y yo en el Club Burdin Gazteak.

No obstante estas intrépidas atletas no desaprovechan ninguna ocasión para dejarse ver en este deporte aún hoy masculinizado. “En la Liga solemos sacar al equipo y tiramos las chicas también a pesar de que no tengamos un equipo de chicas en concreto. Pero cuando hay un calendario y los equipos están completos, nosotras aprovechamos para participar aunque sea como invitadas y que se nos vea competir en la plaza”, apunta Quintela, quien insiste en destacar que este deporte no es exclusivo de hombres como no lo son otros que copan minutos en televisión. “Para ser barrenadora no hace falta ser una mujer especial, lo puede practicar cualquier persona normal. Lo único que hace falta es que haya ganas de afrontar un reto. En mi caso fue por mis referencias históricas que me llevaron a plantearme este deporte como homenaje a toda aquella gente que se dejó la piel en las minas y cuyo esfuerzo nos ha permitido el actual nivel social”, declara María.