Plentzia entonó ayer la despedida a San Antolín, a sus fiestas patronales, las que compiten en cuerpo y alma con El Carmen. Fue un día de regreso a la rutina para muchos en Bizkaia, con esa pereza y ese bajón irremediables tras haberse esfumado ya las vacaciones, pero en este rincón de Uribe Kosta sobrevolaban la alegría y los aires optimistas. Una gozada. La jornada empezó con la concentración de Antolintxus y Madalentxus y de la corporación municipal en el Astillero para subir a la plaza de la iglesia, y asistir a la tradicional misa y sentir el aurresku. Luego, a medida que se acercaba la tarde, el cóctel fue tomando protagonismo. Sí, la bebida genuina de la villa que riega sus principales celebraciones. A su salud.
Las últimas horas de los festejos que arrancaron el pasado miércoles discurrieron, por lo tanto, con sabor a vainilla servida con licores a gusto de cada barman en pequeñas dosis. Que si coñac, que si ginebra... Cada maestrillo con su librillo y su secretillo. No se sabe a ciencia cierta cómo nació esta pócima y por qué es con la que brindan en estas fiestas de la localidad –en Madalenas también hay un día de cócteles–. Pero la versión más extendida sitúa su origen en el antiguo Palas y en la figura de José Mari Unibaso. Así, con más o menos fuerza, año tras año, verano tras verano, mantiene su tirón en Plentzia. Eso sí, la cerveza es muy difícil de desbancar...
La bebida con la vainilla como ingrediente principal fue la protagonista del último día de las fiestas; también hubo misa
Y es que San Antolín atesora unas raíces muy tradicionales. Comenzando por los personajes santo y seña de las fiestas: Antolintxu y Madalentxu en su versión adulta e infantil. No pueden faltar. Este año, ese honor ha recaído en unos sonrientes y orgullosos Iñaki Garay y Maitane Ruiz, con Peio Alberdi e Itziar Casado en la faceta txiki. Incansables, luciendo trajes, transmitiendo felicidad, han estado presentes en todos los actos posibles, como ayer en el concierto de la banda de música, o los pasados días en los concursos de play-back que tanto gustan y hacen reír a los plentziarras. Son eventos fijos en estas celebraciones que se agarran a otra cita empapada en tradición: la subida a Andra Mari. Ese es el pistoletazo de salida.
Antolintxu y Madalentxu han estado encarnados por Iñaki Garay y Maitane Ruiz, con Peio Alberdi e Itziar Casado en la versión txiki
Según recoge José María Hormaza en documentación municipal, al menos desde el siglo XVIII, la víspera de San Antolín se subía en procesión a Andra Mari y se cantaba una salve en la capilla del santo. Al parecer, esta procesión presidida por la imagen de San Antolín perduró hasta la década de 1940. En la actualidad, tras el txupinazo que da comienzo a los festejos, sigue manteniéndose la costumbre del paseo hasta la ermita de Andra Mari, pero en lugar de la imagen del santo, es Antolintxu quien preside la procesión. De un tiempo a esta parte, también encabeza la procesión Madalentxu, representando el papel de pareja baserritarra llegada de Isuskitza por la ría. Aunque los datos históricos no se corresponden exactamente con las explicaciones populares, estas sitúan el origen de la costumbre en una partida de mus entre los de Gorliz y los de Plentzia, en la cual se jugaron a modo de apuesta un pellejo de vino de Gorliz contra unos terrenos en jurisdicción de Plentzia, precisamente aquellos en los que se levanta la ermita de Andra Mari. Todo ello lo recuerda el grupo de etnografía del museo Plasentia de Butrón. Sea como fuere, la liturgia de 2024 ya ha concluido. Agur a San Antolín dejando un gran sabor de boca.