“Se me parte el alma. Los están dejando morir”, se lamenta una vecina de Zalla. En sus paseos por el bidegorri, en las proximidades del área de autocaravanas, “en un terreno cercado con alambre y mantas donde anteriormente iban y venían potrillos” observa impotente el deterioro diario de “un mastín y un perro pequeño” cuya situación puso en conocimiento “del Ayuntamiento, la policía municipal, la Fiscalía y protectoras de animales “hace meses”.

“Solo pido un poco de ayuda y coherencia en aplicar la ley estatal” porque “estos seres inocentes no han cometido otro delito que caer en muy malas manos”. Zalla está en el proceso de actualizar su ordenanza para regular la protección de los animales. “No se puede permitir que vivan en este maltrato continuado: sin agua fresca, atados día y noche, sin apenas darles de comer” hasta el punto de que al mastín “se le ven las costillas, los huesos de la cadera, el vientre y los ojos están hundidos por su extrema delgadez...”, describe.

La primera vez que avisó a la Policía Municipal “el mastín se había enredado con su cadena en un poste y se ahogaba”. La segunda, “el usufructuario del terreno dejó atado a un cachorro de ratonero dentro de un cubilete de madera. En respuesta a su denuncia ante la Fiscalía, “recibí una llamanda diciendo que la policía había pasado por allí y estaba suelto; poco después, desapareció y ahora hay otro perro pequeño, de más edad”.