“Nadal y Alcaraz también fallan. Acéptalo, no pasa nada, es natural”, aleccionaba ayer el profesor a su pupila de violín en un día tan apropiado para el símil como la inauguración de los Juegos Olímpicos. Coincide con los deportistas en la constancia y perfeccionamiento su pasión a fuerza de dedicarle horas y horas. “Cuatro mejor que tres y, una vez que la técnica esté resuelta, vas sintiendo la música”, como podrán escuchar las personas que acudan a los conciertos de los encuentros musicales York Bowen que Balmaseda acoge por quinto año. Las actuaciones del cerca de medio centenar de estudiantes y los docentes tendrán lugar en el palacio Horcasitas el lunes, jueves y viernes a las 20.30 horas.

Alrededor de cuarenta jóvenes llegados “desde China, Londres, Alemania, Galicia, Madrid, Barcelona, Valencia...” aprenden durante diez días con seis profesores especialistas “en violín, violonchelo, música de cámara y viola”, explicó el director del evento, Adrián Martínez Beorlegui, que lleva catorce años tocando este último instrumento: “el más parecido a la voz humana”.

Aproximadamente la mitad repiten experiencia de una edición a otra y no pueden sentirse más a gusto durante su estancia en un hotel y dos albergues de la villa. “Todo el mundo quiere ayudar, es un sitio precioso que conozco desde pequeño, con una importante historia y una comida riquísima; además, a la hora de tocar, el palacio Horcasitas lleno de gente posee una acústica perfecta”, elogió.

Las masterclasses se distribuyen por el propio palacio, la Casa de la Mujer, el aula de ensayo de la coral en la Kultur Etxea o el Klaret Antzokia. A los estudiantes les queda tiempo también para seguir conociendo Balmaseda, “ir al polideportivo a nadar, al gimnasio o pasear por el monte” para desconectar de la música y mantenerse en forma, ya que tocar implica mantener posturas “antinaturales” mucho tiempo.

Se recomienda practicar con los instrumentos “entre cuatro y ocho horas al día porque a partir de ese umbral cuesta más mantener la concentración”. “Cuando estudias, lo primero es asegurar afinación, ritmo, dinámicas y estilo”, detalló. Al “interiorizarlo” se obra la magia, el salto de “tocar notas a hacer música”.

Una metamorfosis que vivirán los espectadores de los conciertos de los próximos días. Al enfrentarse al público “suelen existir dos tipos de perfiles: los que no terminan de soltarse por el miedo a ser juzgados y quienes se sienten agradecidos de poder compartir lo aprendido”.

Y, hablando de agradecer, Adrián aprovecha para poner en valor la colaboración del Ayuntamiento, personificada en “el concejal de Cultura, Txetxu Txarramendieta”, y su antecesor, “Ander Rivero, ya que todo es posible gracias a él, que inició esta andadura”.