El 26 de julio de 1934 abrió sus puertas al público en la Casa de Juntas de Abellaneda el Museo de las Encartaciones. El viernes, por tanto, cumple noventa años “uno de los museos más antiguos del País Vasco, cuyo recorrido durante este tiempo ha sido agitado: mediatizado por la guerra civil y la dura postguerra y por sus dos grandes reformas, en 1968 y 1994, que implicaron profundos cambios en su devenir”, destacan desde las Juntas Generales de Bizkaia, propietarias del centro cultural. Para conmemorar esta fecha, se reedita el primer folleto turístico que invitaba a conocerlo en 1935.
En contraposición al Visitad Avellaneda de entonces en el trabajo diseñado por el bilbaino Nicolás Martínez Ortiz, el lema Etorri Enkarterrietako Museora! conecta con el siglo XXI en el dibujo obra del joven dibujante Jon Mikel Bañales. Median entre ambos “en torno a ochenta exposiciones temporales, medio centenar de libros, un proyecto pedagógico con numerosas actividades y talleres, más de 5.000 páginas escaneadas de documentación antigua que se pueden contemplar en la página web www.enkarterrimuseoa.eus, y la adquisición y restauración de piezas patrimoniales que se han incluido en la colección”. “Investigación, estudio de la historia, antropología, arte, patrimonio y memoria oral de la comarca, publicaciones, muestras, programa pedagógico, actividades culturales diversas, colaboración con el entramado cultural, social y educativo de Las Encartaciones, labores de promoción, difusión y turismo” conforman una labor que se ha ido expandiendo en estas nueve décadas.
En el primer año transcurrido desde su última reapertura hace treinta años visitaron la Casa de Juntas de Abellaneda 18.000 habitantes, “una cifra que se estabilizó a partir de ese momento en unos 15.000 anuales”. Suman en total 450.000, a los que habría que sumar la etapa anterior, “imposible de cuantificar hoy en día”.
El museo encarna el alma de la identidad encartada. La primera referencia documental a la Casa de Juntas de Abellaneda “data de 1394, aunque la cita da a entender que las Juntas ya se celebraban con anterioridad”. Primero, junto a un roble. En 1590 comenzó la construcción de la actual, sede de los encuentros hasta 1801, “con la integración plena de los concejos de Las Encartaciones en las Juntas Generales de Bizkaia, que inició un proceso de decadencia”.
Cien años después la Diputación Foral de Bizkaia encargó una restauración completa al arquitecto Antonio de Carvelaris ante el estado de ruina del edificio; intentó “respetar la forma de caserón renacentista y décadas después se materializaría la idea de destinarlo a un proyecto museístico”.
Diego de Basterra dirigió la reforma para tal fin, que contempló también “una escuela de barrio y una planta nueva” en el inmueble principal. Desde el fin de las obras hasta que los primeros visitantes pudieron entrar el 26 de julio de 1934 –dato corroborado por las anotaciones en el libro de firmas– se trabajó para “dotarlo de contenido con piezas de inestimable valor patrimonial traídas desde diversos enclaves por párrocos, políticos y personajes prominentes de la comarca”.
Tras la devastación provocada por la guerra civil la Diputación volvió a intervenir para designar al arquitecto Eugenio de Aguinaga para otra restauración en 1942 que “cambiaría profundamente el conjunto monumental” dotándolo del característico último piso almenado. La actividad prosiguió hasta la inauguración el 11 de mayo de 1968.
Última etapa desde 1994
En 1989 el arquitecto Javier Muñoz asumió con Josu Urrolabeitia y Susana Menoyo la renovación integral que duró cinco años: creación de una exposición permanente por la historia de la comarca desde la Prehistoria hasta el siglo XIX, el actual acceso, un salón-teatro debajo de la Casa del Corregidor y la transformación de ésta en oficinas y salón de juntas.