Y la sorpresa del adelanto de más de un año del soterramiento de la avanzada. ¿Por qué?

—Hay que hablar con los técnicos de Diputación e Interbiak y los de la contrata. Cuando trabajan de manera conjunta y coordinada se consiguen estos logros. Aquí no ha habido impulso político.

Es que nunca se adelantan las obras, siempre se retrasan.

—En la fase de proyecto tienes que pensar en lo peor y esperar lo mejor. Es lo que aquí ha ocurrido. Y todo con la gran ayuda del Ayuntamiento de Leioa.

El sector del transporte sigue soliviantado con el cobro por el uso de varios tramos de carreteras.

—El pago por uso está en toda Europa para los transportes pesados. Y es necesario.

Los camioneros dicen que mejor quitar sin más el peaje de la AP-68.

—Eso no es posible. Tenemos un ejemplo fácil en la A-1, antes con peaje y ahora libre entre Miranda y Burgos. El sufrimiento que hay cuando un camión adelanta a otro y el impacto que supone sobre la velocidad de servicio, que baja de 120 por hora a 80... Por no hablar del estado del asfalto, sobre todo el carril derecho. Hoy sale casi mejor ir por la vieja carretera. Va casi sin tráfico.

Dicen que ellos pagan más.

—Los camioneros tienen que hacer las cuentas en global, no solo es el canon por uso. Está el consumo de combustible, horas de trabajo... si se monetiza sale más barato.

¿Por eso se ha trasladado transporte pesado del valle de Arratia a la AP-68 hacia la meseta?

—Es del 40% en la N-240 que atraviesa el valle y en algunos tramos llega al 50%. Por su parte, la AP-68 ha incrementado un 20% su tráfico. Esta redistribución también beneficia a los municipios atravesados por las vía de la que sacas camiones.

¿Por qué crece tanto la partida del mantenimiento de la red viaria?

—Porque los estándares de las personas de Bizkaia han crecido en exigencia. Pagan muchos impuestos y tienen derecho a exigir que no haya baches, aunque siempre habrá alguno. La calidad de trazados y firmes de nuestra red viaria es altísima. En la AP-63, la transpineráica por el lado francés, tiene unas hierbas en los arcenes... eso es inadmisible aquí.

Hereda también una filosofía de innovación en las carreteras.

—Tenemos una dirección muy potente con varios proyectos para concretar cómo hablan los vehículos con la carretera, los vehículos entre sí y vamos a conseguir que la vía diga al conductor en qué estado se encuentra. Pero también va mucho más allá. Por ejemplo, en materiales de construcción con asfaltos hechos con nuevas mezclas, que compongan pisos más seguros y se deterioren menos.

¿Se puede decir que la red de bidegorris está lanzada en Bizkaia?

—El Plan Territorial Sectorial de vías ciclables indica que la Diputación acomete los tramos interurbanos y los municipios hacen las conexiones internas para unirlos. En total, 365 kilómetros de los que 132 son de ámbito foral. Más de la mitad están ya ejecutadas o en obra.

¿Se va a lograr usar la bici como transporte público en distancias cortas como proponen?

—Es un cambio de paradigma muy potente, lo reconozco. Para conseguirlo, la obligación de las administraciones es ponérselo fácil a la ciudadanía. Si no coges la bici que no sea porque falta la infraestructura o un servicio como BizkaiBizi.

La pasarela y los bulevares ribereños ¿van a ser determinantes en cambiar ese paradigma?

—Sin ninguna duda. Rontegi no admite bicicletas y el último puente ciclable es el de Euskalduna. La pasarela va a vincular dos zonas muy pobladas con bidegorris a ambos costados que va a dar la oportunidad de nuevos recorridos de transporte como rutas alternativas.

¿Desarrollo Territorial es la hermana txiki del departamento?

—No, es la parte invisible pero determinante. Si no existe esa planificación urbanística previa en un municipio, podría llegar a desaparecer. Por ejemplo, para una localidad como Berriatua si no tiene un plan que le diga dónde puede levantar viviendas o un polígono industrial, llegaría a desaparecer. l