El sector primario tomó ayer domingo la ciudad de Orduña durante la celebración de una tradicional feria de San Juan. En esta ocasión, pasada por agua, pero las inclemencias meteorológicas no hicieron mella en la ilusión de organización y participantes ni, tampoco, en la asistencia de público. “No ha habido que suspender nada. Lo incluido en el programa se ha desarrollado sin problemas”, aseguró Iñaki Cuadra, presidente de la sociedad Olaran, asociación de txokos que en 2005 decidió recuperar el arraigado evento y tomó las riendas de su organización.

A primera hora de la mañana, la actividad se centró en el parking de Agua Salada reservado a la compra-venta de ganado. Las negociaciones y acuerdos se hacen in situ, en persona, cara a cara y con un apretón de manos para sellarlos. Es algo que, en la actualidad y a nivel de Bizkaia, sólo se lleva a cabo en esta feria orduñesa y sigue teniendo muy buena acogida. “El recinto ha estado lleno de animales, no podría decir el número, y a mediodía quedaban ya pocos ejemplares. Hay que esperar a la valoración final, pero he visto que estaban muy contentos y satisfechos”, avanzó Cuadra.

A partir de ese punto, y bajando por la Gran Vía de Orduña, estaban los espacios dedicados a la exposición de razas autóctonas de equino “con ejemplares, este año, de mucha calidad y espectacular” y la exhibición de ganado vacuno de raza charoles que contó con algo más de una veintena de reses de ganaderías de Orduña y Gordexola. “Nuestra idea, y lo vamos a intentar de cara al próximo año, es recuperar el concurso con la presencia de cinco o seis explotaciones de toda Euskadi”.

En la parte baja de esa calle y en la Foru Plaza se distribuyeron los 23 puestos del mercado alimenticio, que puso a la venta una amplia variedad de productos del baserri y del agro vasco y una docena de puestos de artesanía con dos talleres para el entretenimiento, aprendizaje y diversión de los más txikis.

Concurso de bastones

La principal novedad de esta edición de la feria de San Juan de Orduña fue la recuperación del concurso de makilas que se celebraba “en torno a la exposición micológica y, entre la pandemia y la sequía de los dos años anteriores, se tuvo que dejar de realizar”, explicó Javi Irabien, miembro de la organización y muy conocido dentro y fuera de la ciudad por su pasión y afición por elaborar estos rústicos y artesanales bastones.

Para volver a realzar este certamen “pensamos que encajaba muy bien en el programa de la Feria de San Juan” y parece que la decisión resultó más que acertada, puesto que ayer se presentaron un total de 55 concursantes “entre la sección de mazos de tres makilas e individual”, según precisó.

El número de palos y varas fue importante, aunque Javi Irabien destacó, sobre todo, su calidad. “Han traído, en general, de mucha categoría y también pondría en valor la diversidad de sitios de donde han venido, porque hay de Orduña, de los municipios del valle de Ayala, de Kuartango y, sobre todo, de Encartaciones”.

Los ejemplares se fueron entregando a lo largo de la mañana en el recinto habilitado por la organización en la Foru Plaza para la revisión y valoración del jurado. Tal y como desgranó Irabien, los aspectos que se tienen en cuenta son: “Por un lado, el color que tiene que ser uniforme en todas las makilas del mazo y homogéneo en la makila individual. Y en los lotes, también es importante que todas las varas sean, en la medida de lo posible, del mismo grosor y altura”.

En torno a las 13.30, y después de la actuación en el kiosko de la plaza de la coral de Indautxu que durante la mañana estuvo amenizando las calles y recintos feriales de la ciudad, llegó el momento de dar el nombre de los ganadores. En la categoría de mazos, el primer premio fue para Ramón Loiu y el segundo para Alberto Albizuri; en la sección individual Albizuri ganó y Pilar Dorrueta fue segunda; y el reconocimiento a nivel local fue para José Corral, aunque recogió el premio su orgulloso nieto, Aimar Irabien.

Orgulloso de su ciudad y de esas tradiciones que mantienen vivas asociaciones y sus vecinos estaba el alcalde, Iker Santocildes. “Aunque el día ha salido lluvioso, la gente ha salido, ha venido y está disfrutando. Es un día para pasarlo bien y estar a gusto y, creo que así está siendo”, declaró. Aunque siempre ha vivido intensamente este evento desde su más tierna infancia “porque mi padre ha formado parte de la organización”, el de ayer fue un día de muy gratos recuerdos para el primer edil, ya que la feria de San Juan de 2023 fue su primer acto oficial como alcalde de Orduña. “Así coincidió y fue muy especial. Desde muy crío empecé a echar una mano y ver que se sigue manteniendo y que siempre cosecha muy buena acogida, es muy bonito”. Santocildes quiso también poner en valor el trabajo de organización y colaboradores. “Este tipo de festejos salen adelante gracias al trabajo de voluntarios y voluntarias de Olaran y del pueblo y ojalá siga siendo así durante muchos años”.

El primer edil hizo estas declaraciones mientras ejercía la labor de anfitrión para el director general de Agricultura de la Diputación Foral de Bizkaia, Andoni Agirrebeitia. “Quiero agradecer al Ayuntamiento de Orduña y a su alcalde la invitación y el buen trato que nos dispensa cada vez que venimos a Orduña. Y la verdad, aunque el día no acompaña, el ambiente de la feria es espectacular”, afirmó. Para Agirrebeitia, eventos como el que se lleva a cabo el la ciudad en torno a la festividad de San Juan “están dirigidos a que la gente salga a las calles, se acerque y compre los productos de nuestros baserritarras que tanto contribuyen a mantener nuestro entorno, que generan economía y que, sobre todo, fijan población en el entorno rural”. El director foral de Agricultura tuvo también palabras para el buen hacer del sector ganadero. “Tienen animales espectaculares, muy bien cuidados y mimados para que luego lleguen a nuestra mesa excelentes productos cárnicos o lácteos. Es de agradecer el esfuerzo que hacen todos ellos”, apostilló.

Y para reponer fuerzas y cerrar por todo lo alto la intensa mañana ferial, 300 personas compartieron mesa y mantel en Orduña en una comida popular para la que se agotaron los tiques y, a buen seguro, más de una persona se quedó con las ganas de poder asistir.