El apuñalamiento mortal de un joven el pasado fin de semana en Getxo, la agresión con arma blanca de una adolescente a otra hace poco más de un mes en Santutxu... Los sucesos protagonizados por menores que empuñan cuchillos o navajas causan un gran impacto en la sociedad, ávida de respuestas. Dos expertos en violencia y justicia juvenil analizan el fenómeno.

“No necesariamente buscan pelea”

Experto en resolución de conflictos y prevención de la violencia juvenil, Rafael Marcos considera “alarmante” que menores y jóvenes hayan saltado como víctimas o agresores a las páginas de sucesos. “La creciente inseguridad y violencia entre jóvenes es una preocupación seria. Casos como el de Getxo reflejan una problemática que hemos identificado en varios municipios de Bizkaia, donde la consolidación de grupos criminales, vinculados al tráfico de drogas, y la normalización de la violencia están creando un entorno de inseguridad”, expone y añade que “esta situación requiere una intervención urgente y coordinada”.

El apuñalamiento mortal de Felipe, la brutal paliza que ha dejado postrado a Alex... No se trata de un mal golpe. Cabe preguntarse por qué hay menores que salen con armas blancas a la calle y a qué se debe ese nivel de agresividad. “Hay varios factores que explican este fenómeno. La presencia de delincuentes profesionales en el entorno de los jóvenes, la falta de oportunidades económicas, modelos sociales de vida fácil que se estereotipan a través de redes sociales, la normalización de la violencia y la percepción de inacción por parte de las autoridades son causas subyacentes importantes”, enumera Marcos, quien aclara que los adolescentes que agreden “no necesariamente buscan pelea o tienen víctimas específicas en mente, pero estos factores crean un ambiente propicio para la violencia juvenil”.

"Las familias pueden no ser conscientes de la agresividad de sus hijos, por lo que la educación y el apoyo institucional son cruciales"

Rafael Marcos - Experto en prevención de la violencia

"Repunte" de bandas en Bizkaia

Algunos de los condenados por golpear al joven de Amorebieta pertenecían a un grupo criminal, pero no siempre es así. “No se puede afirmar que la mayoría pertenezca a bandas, pero la influencia de grupos delincuenciales vinculados al tráfico de drogas es significativa. Estos grupos atraen a jóvenes que luego participan en actos violentos. Es una dinámica preocupante que necesita abordarse con estrategias integrales”, recalca.

De hecho, dice, “parece haber un repunte” de bandas en Bizkaia. Lo achaca, entre otras causas, a “la falta de oportunidades económicas para los jóvenes con un menor nivel de formación y a la ausencia de objetivos claros para los jóvenes en una sociedad que perciben como hostil y de la que sienten no formar parte, lo que les deja sin rumbo. Esto, combinado con el largo tiempo sin ocupaciones, los lleva al consumo y el trapicheo de drogas”, señala y aún hay que sumar otros factores, como “la sensación de impunidad”. Todo ello ha permitido, concluye, que “las bandas encuentren terreno fértil para reclutar y operar”.

Aunque es “complejo”, este experto asegura que “es posible atajar” la delincuencia y violencia juvenil mediante “la educación y creación de oportunidades económicas, la intervención temprana y los programas de readaptación social”.

Además, destaca, “es esencial fortalecer el entorno familiar, mejorar la coordinación institucional y fomentar la participación comunitaria y, por tanto, la presión social en la prevención del delito”. Por último, insiste en que, dado que “las familias pueden no ser plenamente conscientes de la agresividad de sus hijos, la educación y el apoyo institucional son cruciales para abordar este problema de manera efectiva”.

El pedagogo Luis Miguel Uruñuela, director de la asociación educativa Berriztu. José Mari Martínez

“No hay que culpabilizar a las familias”

Cuando las agresiones con víctimas mortales son cometidas por adolescentes suelen surgir voces reclamando un endurecimiento de las penas. Luis Miguel Uruñuela, director de la asociación Berriztu, que trabaja, entre otros, en el ámbito de la justicia juvenil, “no cambiaría” la Ley de responsabilidad penal del menor, que considera “estupenda”. “Lo que hay que hacer es dotarla de recursos”, señala.

Tras detallar que, en lo que respecta a los menores, “el 80% de las medidas judiciales que se ejecutan en Euskadi y Nafarroa son de régimen abierto”, Uruñuela dice no haber percibido “un repunte” en la violencia juvenil. “No tenemos los centros en overbooking, ni con lista de espera. Tampoco están vacíos, pero es un promedio de bastante normalidad”.

“Nos preocupa mucho más el alto índice de suicidios y autolesiones que hay entre los jóvenes”

Luis Miguel Uruñuela - Director de Berriztu

Si no han detectado un incremento de casos, quizás sea el uso de armas blancas lo que haya hecho saltar las alarmas. “Hemos tenido algún menor que ha matado con una navaja y afortunadamente para él los medios de comunicación no se han enterado, pero la mayoría de gente que usa navaja son ya mayorcitos, pasados los veinte años, aunque en determinados ambientes llevan navajas mayores y menores y si además han consumido algo y están en grupo, son muy peligrosos”, advierte.

“Este cóctel”, sin embargo, “tampoco explota siempre. Mucha gente sale en grupo y consume y no va a atacar a una víctima”. Con todo, afirma, “en este momento nos preocupan muchísimo más el alto índice de suicidios o autolesiones que se producen entre los jóvenes u otros fenómenos, como el inicio de las experiencias sexuales desde que el educador es pornográfico y en internet”.

Menores en el punto de mira

Respecto al hecho de que "los menores procedentes de África" estén siempre en el punto de mira, asegura que “no son los más violentos” y que “la inmensa mayoría vienen a labrarse un proyecto de vida. Las mejores notas que he visto han sido de ellos”.

Consciente de que este tipo de agresiones “se volverán a repetir desgraciadamente”, recuerda que “para educar a un niño se necesita la tribu entera” y pide “no criminalizar ni culpabilizar a las familias, que son un agente más, junto con la escuela, los servicios sociales y sanitarios y los medios de comunicación”.

Como pedagogo, Uruñuela echa en falta “la educación en valores y la práctica de la virtud. Por ejemplo, chavales que han tenido delitos de sangre devuelven parte del daño que han hecho a la sociedad practicando actos de solidaridad, ya sea en residencias, limpiando ríos o playas o ayudando a gente con discapacidad y lo hacen voluntariamente. Por eso cuando se dice jóvenes conflictivos, digo: y también altruistas”.