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Fiesta en Leioa entre lamias y llamas

Lamiako invocó a su Maskarada en el último viernes de mayo: espectáculo, danzas, identidad, unión y akelarre

Fiesta en Leioa entre lamias y llamasM. HERNÁNDEZ

Se avecinan tiempos de solsticios, equinoccios y fiestas de verano. Se apagó mayo, se fue el último viernes del quinto mes del año: ostirala, este día estuvo consagrado a la divinidad y también invoca a la luna o Illazki. Es el momento en que preferentemente se reúnen los brujos o aztiak y las brujas o sorgiñak para celebrar akelarres. A la luz de Catalina y en las encrucijadas de los caminos, se queman objetos mágicos pertenecientes a personas embrujadas. En viernes, también, el marido de Mari, Sugaar, va a peinarla a su antro.

Son tiempos de liturgia, de leyendas y lamias; ayer fue el día de la Maskarada de Lamiako. Una vez más, salieron a la superficie las raíces de un barrio en forma de espectáculo mitológico para deslumbrar a Leioa. Horarios inmutables, fieles a la tradición, acérrimos a un sentimiento que despertó hace más de 45 años. Así, una nueva edición de la Maskarada floreció ayer, viernes, 31 de mayo, desde las 17.30 horas en el cruce de la calle Langileria con la subida a Gaztelueta, como siempre. Aunque esta vez, la representación salió a las calles con la reciente publicación del libro La identidad de un barrio, un motivo más para enorgullecerse de este evento extraordinario en Bizkaia. Así que con la energía insuflada por los más jóvenes, que mantienen vivo el montaje legendario, Lamiako volvió a recrear su historia, con alguna pequeña novedad en la representación.

“Hemos contado con una bruja extra con un cabezudo”, precisó Arkaitz Correa, que junto a Arene Albizu está al frente de la organización de un espectáculo que engloba a decenas de personas que ayer bailaron, cantaron, interpretaron y se enmascararon, y a otras muchas que hacen papeleos, arreglan trajes y se mueven de una u otra manera... “Gente que hace moños, gente que ha cosido un pantalón veinte minutos antes de la lamiadantza...”, agradece siempre Correa.

Ahora y antes, pues es una creación que nació y continuó gracias a incontables vecinos y que, en realidad, es de todo Lamiako. Lo es en los corazones y también sobre el terreno, pues quien lo desea participa en la teatralización en la parte de la cadeneta humana, uno de los momentos más entrañables. “Llevo viviendo la Maskarada desde siempre en mi familia, es algo que pasa de generación en generación”, afirmaba Estibaliz, con su hija pequeña, en efecto correteando por ahí en la cadeneta y siguiendo la tradición. “Es algo muy nuestro y se crea un ambiente espectacular”, añadía Izaskun, otra vecina.

Esta cita ha ido conquistando miradas y de nuevo fueron muchísimas las personas que se acercaron a disfrutarla, con todos los ingredientes: con los componentes del grupo de baile Lamiako Txikiak y los vecinos bailando invitando a todos a unirse a la cadeneta; con la presentación de los personajes mitológicos que uno a uno fueron recogidos por sus deidades superiores, Mari y Sugaar, para incorporarse a la Maskarada y ser invitados al akelarre... Sí, el final de la fiesta, el fuego que prendió sobre las 22.30 horas, y donde todos los elementos se interrelacionaron creando un ambiente incomparable. Deseos, unión, esperanza, magia pura, llamas, baile, y despedida.