El ambulatorio se avista desde los ventanales. Excelente noticia para Mónica Saavedra, que se lesionó en su última vez. Más que heridas de guerra, las cicatrices que enseña sin reparos mientras se hidrata el tobillo sentada en una litera, denotan la paz que para la gallega significa adentrarse en el Camino de Santiago. “Ese viaje interior, el misticismo que te impulsa a tirar adelante, aunque llueva, como hoy…”, reflexiona desde su habitación del recién abierto albergue para peregrinos de Zalla inmersa en su ruta número doce.

Los esfuerzos durante años de James y Carolynn Webb, Mauricio Aldana y Karina Esquivel por poner en marcha un alojamiento en el itinerario del Camino Olvidado a su paso por Enkarterri han dado sus frutos. A finales de abril iniciaron su actividad en la calle Nuestra Señora del Rosario, en pleno centro del municipio, “muy cerca de donde empezamos nuestra búsqueda”, tras haber visitado “más de cuarenta propiedades” entre intentos infructuosos también en Güeñes.

Carolynn Webb muestra un folleto informativo de la instalación. Elixane Castresana

Cuentan con doce camas distribuidas en dos habitaciones, comunicadas por una puerta corredera que se puede abrir si así lo desean los huéspedes, otra con cinco plazas adicionales y baño privado, salón, cocina, baños masculinos y femeninos y lavandería. “Un australiano” estrenó las instalaciones, que se están popularizando entre los más experimentados que buscan trazados menos masificados. Han lanzado la página web www.casacaminoantiguo-es.com y numerosas guías “ya nos mencionan”.

Sin ánimo de lucro

Con orígenes tan dispares como Inglaterra, Austria y Guatemala, las dos parejas fundaron en 2021 la asociación Camino Antiguo “sin ánimo de lucro”, al igual que el albergue, reivindican. Por pernoctar se entrega un donativo. Las primeras semanas marchan sobre ruedas, piensan que contribuirán a “conectar con los negocios del pueblo” recomendando dónde comer y comprar”.

“Los días laborables recibimos a más gente” que normalmente ha reservado con antelación, al no haber tanta oferta de albergues u hostales en esta rama de la ruta jacobea. Aunque, si se presentan y hay plazas libres, pueden quedarse. Cuando llegan a Zalla a primera hora de la tarde sus anfitriones les dan la bienvenida, sellan las credenciales y resuelven sus dudas. Un grupo deja los bastones en la entrada y deposita sus mochilas deseando darse una ducha reparadora. A la mañana siguiente deberán abandonar sus habitaciones para las 8.00 horas. James, Carolynn, Mauricio y Karina les dejan un refrigerio por si quieren desayunar antes.

Juan Uranga y José Mari Eizmendi ensalzan la céntrica ubicación del alojamiento. Elixane Castresana

Juan Uranga, originario de Zarautz, es un caminante experimentado que persigue “recuperar la esencia” fuera de circuitos más orientados hacia el turismo. Además, “esta es una región que quería conocer” y satisface las expectativas que se había formado. “Una guía” le dirigió hacia el “maravilloso” alojamiento. Para su amigo José Mari Eizmendi tanto Enkarterri como el albergue constituyen “una sorpresa agradable en pleno centro”.

Mónica Saavedra augura que las ansias de salirse de las rutas más explotadas “atraerán más gente por aquí dentro de poco”. Ella acude sola con el itinerario estudiado al dedillo “mirando que en las paradas hubiera farmacia, supermercados y centro de salud por si acaso, ya que en mi camino anterior me practicaban curas todos los días”. Se puso en marcha con todos los alojamientos reservados después de haber contactado “con personas que habían completado antes” el Camino Olvidado en 21 etapas hasta Villafranca del Bierzo, donde entronca con el Francés. Confía en reducirlas a 19 aumentando el kilometraje diario.

Enkarterri le recuerda “a Galicia por el paisaje verde hasta en las zonas de asfalto”. Amante de la micología, “me he pasado desde Bilbao sacando fotos a flores y plantas, está muy bien señalizado con las flechas amarillas”. Preguntada por si enfada que cuestionen su decisión de andar sin compañía siendo mujer, responde con naturalidad que “llama la atención a los demás, pero yo estoy acostumbrada a hacerlo así desde mi primera vez en 2020 poco después del confinamiento, cuando ¡los albergues estaban prácticamente vacíos!”. Por otra parte, “siempre conoces gente que te echa una mano sin pedir nada a cambio”, reconoce antes de echarse a dormir un rato. Y es que extenderá la próxima etapa “hasta Villasana de Mena”.

“Muy importante: buenos calcetines e hidratarte”, aconseja a quienes valoren seguir sus pasos. Y, aun así, nadie se libra de los sustos. Se fracturó una muñeca. Después de terminar su último Camino “con tendinitis y el talón en carne viva” el médico recomendó que fuera olvidándose de repetir experiencia en 2024. Sin embargo, “aquí estoy otra vez”. “Como la vida misma, se trata de descansar, tomar aire, levantarse y continuar. Unos toman un desvío y otros otro. ¿Volveremos a coincidir? No lo sabemos…”