Bizkaia triplica en 20 años sus túneles viarios y alcanza los 42,7 kilómetros

Puestos en línea recta, uno detrás del otro, permitirían llegar desde Bilbao hasta casi Gasteiz bajo tierra. Bizkaia ha triplicado sus túneles en las últimas dos décadas, hasta alcanzar los 42,7 kilómetros de carreteras que discurren de forma soterrada por el territorio actualmente. Proyectos como el subfluvial que unirá ambas márgenes de la ría o las variantes de Markina, Ermua y Markina, parte de cuyos recorridos discurrirán en galería incrementarán, además, de forma notable este tipo de infraestructuras en los próximos años.

La construcción de las carreteras está fuertemente condicionada en Bizkaia por su orografía montañosa. Los túneles responden así a la necesidad de establecer recorridos más seguros para los conductores, al evitar tener que subir los puertos con sus carreteras llenas por lo general de curvas, así como más rápidos, lo que mejora la competitividad de las diferentes comarcas. Pero también tienen otro objetivo, que no es otro que el de minimizar el impacto medioambiental de la red viaria en el entorno.

El territorio contabiliza actualmente cuarenta túneles en sus carreteras forales. Entre ellos suman 24,5 kilómetros de longitud, pero hay que tener en cuenta que algunos –como todos los de la Supersur, la mayoría de los del Txorierri o Urdinbide, en Autzagane– cuentan con dos tubos, uno por cada sentido de circulación. En sí, son realmente dos túneles independientes. Contándolos así, alcanzan los 42,7 kilómetros de longitud, el equivalente a recorrer el trayecto por carretera de Bilbao a Plentzia completamente soterrado o hacerlo bajo tierra, en línea recta, hasta Gasteiz. Son casi cuatro veces más que los 11,6 que existían en Bizkaia hace veinte años.

Malmasín fue el primer gran túnel que se construyó en Bizkaia. Su puesta en servicio en 1973 abrió 1.330 metros de galerías bajo el monte del mismo nombre. Y se mantuvo, durante muchos años, como el más largo del territorio: el siglo pasado culminó con apenas 5,8 kilómetros de carreteras que discurrían de forma soterrada, tras la construcción de los dos de acceso al Puerto de Bilbao en Santurtzi, o el de Zaldibar. Para 2003, la red de tubos viarios se elevaba ya hasta los 11,6 kilómetros: se habían incorporado ya los túneles de Artxanda, que sumaron otros tres kilómetros; los que se construyeron en el corredor del Txorierri, y los de Sodupe y Gordexola, en el del Kadagua –el de Bolumburu se puso en marcha en 1994 y para el de Arbuio hubo que esperar a 2007–.

La siguiente década marcó un antes y un después en lo que a la construcción de túneles se refiere en el territorio. Solo los cinco tramos soterrados de la primera fase –Argalario, Mesperuza, Santa Águeda, Arraiz y Larraskitu– sumaron desde 2011 otros 15,6 kilómetros de galerías a la red viaria. Aquí se ubica el túnel de Arraiz, el más largo de todo Bizkaia, que con sus 2.296 metros por sentido casi duplica, por ejemplo, el de Malmasín. También se habilitaron los túneles de los accesos de San Mamés, en 2013, con casi otros dos kilómetros. ¿El resultado? Si Bizkaia sumaba 11,6 kilómetros de túneles viarios en 2003, diez años después se habían disparado hasta los 30,1.

La segunda fase de la Variante Sur Metropolitana, hasta la AP-68, siguió añadiendo carriles subterráneos, con los túneles de Arnotegi y Seberetxe: 5,2 kilómetros más. Con todo, 10,4 de los 20,8 kilómetros por los que discurre esta infraestructura, la mitad, se encuentran soterrados. Casi imperceptibles.