Según Naciones Unidas, vivimos la mayor crisis alimentaria global de la historia moderna. Los impactos de la pandemia, las consecuencias de las guerras en Ucrania o Sudán, entre otras, el conflicto israelí-palestino, la emergencia climática que expulsa a más de 20 millones de personas de sus hogares al año, la inflación, la crisis energética y el aumento de los conflictos son las principales causas. Sabino Arana Fundazioa, de la mano de varios especialistas, entró ayer de lleno en las implicaciones que esta supercrisis tiene en la cooperación internacional y la acción humanitaria

David Noguera, trabajador humanitario y expresidente de Médicos Sin Fronteras, reflexionó sobre las crisis actuales y los retos a los que se enfrenta el sector. Joana Abrisketa, profesora titular de Derecho Internacional Público en la Universidad de Deusto y directora del Máster en Acción Internacional Humanitaria, centró su intervención en describir el alcance de las normas aplicables a los conflictos armados y, más concretamente, las referentes a la guerra entre Israel y Palestina. Y Manuel Sánchez-Montero, director de Incidencia y Relaciones Institucionales en Acción contra el Hambre, disertó sobre el papel de la política para acometer los retos humanitarios.

Sánchez-Montero explicó que “la relación entre factores de un mal gobierno y el conflicto en su grado más extremo (como no facilitar el acceso a servicios esenciales) se convierte en un círculo vicioso”. Muy al contrario, “un círculo virtuoso entre un buen gobierno que facilite el acceso a servicios básicos y la estabilidad es clave para dar respuesta a la crisis”, afirmó. En este sentido, aseguró que la situación en Oriente Medio, el Sahel, América Latina, etc. “exigen que este enfoque pase a la práctica urgentemente”.

Asimismo, destacó “la necesaria interacción entre política y ayuda”. Según Sánchez-Montero, para abordar el problema de forma efectiva y sostenible “es imprescindible la inversión de capital político, el refuerzo de las instituciones y marcos jurídicos, financiación de las ayudas y la habilitación de un espacio operativo para los agentes de cambio de la sociedad civil”.

Por otra parte, según explicó Joana Abrisketa “el Derecho Internacional Humanitario parte de la idea de que cuando el conflicto es inevitable rigen una serie de normas que implican obligaciones para los Estados. La idea inspiradora de dichas normas es que los combatientes no deben causar sufrimientos innecesarios. De ahí nacen los dos principios clave: el principio de distinción entre civiles y combatientes y el principio de proporcionalidad”.

La intervención de Abrisketa se centró en la demanda presentada por Sudáfrica contra Israel, destacando las aportaciones de este proceso judicial en la exigibilidad del Derecho Internacional Humanitario. Y David Noguera aportó su punto de vista sobre el estado de las mayores crisis humanitarias y retos a los que se enfrenta el sector. 

La jornada, coordinada por el director de la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo del Gobierno vasco, Paul Ortega, ha contado además con la participación de representantes de agencias de Naciones Unidas: UNRWA, Acnur, Unicef, CERF, etc; miembros de varias ONG.