A punto de estallar la Revolución Francesa, otros países en Europa hervían en tensión política. Lo vivió en primera persona Sebastián Llano de La Quadra (1736-1793), fallecido precisamente el año que fue decapitada la reina María Antonieta. Embajador de la corona española durante cuatro décadas, el muskiztarra de “brillante curriculum” transmitió acontecimientos e impresiones en una serie de cartas que ha digitalizado el Museo de las Encartaciones que ya se pueden consultar a través de su página web: www.enkarterrimuseoa.eus.

La correspondencia se circunscribe al período que comprende de 1770 a 1773, cuando estaba destinado en Suecia en una época de cambios e intrigas que desembocaron en el retorno del absolutismo al país. Poco después de ser coronado rey en 1772, Gustavo III dio un golpe de Estado que arrebató el poder al Parlamento. “En el tratado de febrero de 65 la Rusia y Dinamarca […] avia un empeño de ambas partes de oponerse a qualquiera mudanza de Gobierno en Suecia como lo avisé entonces […] Sólo el Rey de Prusia debe aver repetico varias veces a esta Reina Madre su Hermana (de cuia boca lo he oído) durante su mansión en Berlín que sentiría mucho que este Monarca su sovrino [Gustavo] se alzasse por cualquier medio con el Poder…”, puso por escrito.

La documentación se puede consultar en la web del museo.

Las comunicaciones a sus superiores recogen también los entresijos de otros conflictos entre Dinamarca, Suecia, Rusia y Prusia, junto con información diversa de la redes políticas europeas de esos años.

Sebastián Llano de La Quadra siguió la estela de su familia, que gozaba de una influyente posición, con cargos en la corte. Él mismo tuvo una destacada carrera diplomática que le llevó a Austria (1760-1763), Dinamarca (1763-1768), Suecia (1772-1775) y, tras la etapa reflejada en las cartas rescatadas por el Museo de las Encartaciones, Países Bajos (1779-1789).

Amplia influencia

Su biografía y la de muchas otras figuras denotan que la influencia de vizcainos y vizcainas alcanzó un eco “mucho más amplio de lo que podamos pensar a primera vista”, valora el director del Museo de las Encartaciones, Javier Barrio. Se suele pensar “en nuestros antecesores como pescadores, baserritarras o familias ligadas al hierro y, en ocasiones, grandes navegantes”. Sin embargo, a su jucio “también hicimos otras cosas”. “Hubo corsarios, comerciantes, indianos e incluso políticos y embajadores que estuvieron presentes en los conflictos políticos y sociales de numerosos países europeos”, añade.

Otro testigo de primera fila de los movimientos no sólo en Europa, sino también en América, y prácticamente coetáneo de Sebastián Llano, fue José de Urrutia y de las Casas (1739-1803). Goya retrató en un cuadro que se conserva en el Museo del Prado a este militar, cartógrafo, ingeniero y profesor nacido en el núcleo zallarra de La Herrera.

El protagonista

Sebastián Llano de La Quadra (1736-1793). Oriundo de Muskiz, siguió la huella de su familia, que ostentó una destacada posición en la Corte.

Embajador a lo largo de cuatro décadas. Pasó por Austria (1760-1763), Dinamarca (1763-1768), Suecia (1772-1775) y Países Bajos (1779-1789). Las misivas narran el golpe de Estado que devolvió el absolutismo a Suecia.