El joven responsable de la bodega Magalarte de Lezama suma, a la tradición y sabiduría transmitida por vía familiar de generación en generación, una sólida formación universitaria como ingeniero agrícola y enólogo. Ello se refleja en su afán por explorar nuevos terrenos. “Hay una revolución en la calidad”, dice.

¿Qué suponen las ferias agrícolas para productores de txakoli como ustedes?

—Quizás otros productos tengan mayores ventajas a la hora de venderse en las ferias, pero a nosotros nos ayuda a hacer visible el nuestro y a que una persona, cuando vaya a un restaurante o a un bar, conozca nuestro txakoli y lo pida.

Como agricultor, ¿se identifica con las reivindicaciones que el sector ha sacado últimamente a la calle con sus movilizaciones?

—Desde luego. El margen comercial de los productos agrícolas ha disminuido mucho en los últimos meses y es algo que hay que apoyar para que los agricultores podamos vivir dignamente.

Pese a estas dificultades, ¿es el del txakoli un mercado que está al alza?

—No diría que está creciendo mucho, más que nada porque hay una regulación de crecimiento en hectáreas en Bizkaia por el simple hecho de mantener la calidad. Es un objetivo que se determina anualmente por parte del Consejo Regulador de Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina. Lo que sí hay es una clara revolución en la calidad y en la creación de nuevos productos, nuevas marcas… Se hizo una nueva categorización de la Denominación de Origen en 2022, con una subdivisión de marcas y la paleta de productos es hoy en día mucho mayor que antes.

¿El futuro va por la diversificación del producto y también por la apertura a otros mercados?

—Claramente. En ese sentido se están haciendo esfuerzos para lograr una expansión comercial tanto a nivel nacional como internacional, así como en la creación de nuevos productos que revaloricen el txakoli.