Muy implicados, obedientes, con rostros que dibujaban sonrisas, de azul y blanco y con pañuelo, de lo más guapos, y con makilas. Bat, bi, hiru. Eeeeeup! Los más jóvenes de la Fundación Core participaron ayer domingo en el concurso de coros de Santa Águeda, entonado desde el Ayuntamiento de Leioa. Todos cantaron a una, de eso va lo que promueve esta asociación, con dos décadas de recorrido en Iruñea, pero que llegó hace sólo cuatro meses a la localidad leioaztarra. Su propósito es apoyar la integración sociolaboral de la población inmigrante. Las pequeñas voces, de distintos orígenes culturales: latinas, asiáticas, magrebíes… ofrecieron en la mañana de ayer domingo una muestra de su voluntad de incorporación a la sociedad vasca haciendo suya la tradición de Santa Águeda.

Seis de los pequeños, en plena actuación en la plaza Cervantes de Leioa. Marta Hernández

La costumbre, con recuerdos desde siempre grabados en todos, se celebró en Leioa con la trigésimo tercera edición de su certamen de coros. Nueve agrupaciones, de adultos y juveniles, estaban inscritas y salieron a las calles y plazas con sus cánticos y buena sintonía. Aparte, cuadrillas y familias también evocaron el arraigo de Santa Águeda, aunque no estuvieran apuntados al concurso. El jurado valoró, por lo tanto, a Artaza Romo Institutoa, San Bartolomeko Agate Deuna Abesbatza, Mesedetako Ama Ikastetxea, Jatorrak, Coro Errekalde, Betiko Ikastola, Kurkudi y Udondo Txikiteroak; y también, a los txikis de la Fundación Core, que optan, como los demás, a un primer premio de 400 euros, trofeo y diploma; un segundo de 300 euros, trofeo y diploma; o un tercero de 200 euros, trofeo y diploma (se entregarán tres galardones en la categoría de jóvenes y otros tres en la de adultos). El acto para conceder los reconocimientos tendrá lugar el próximo sábado, día 10, a las 12.00 horas en la sala de exposiciones de Kultur Leioa. Allí desean estar los representantes de la Fundación Core, que cantaron en la plaza Cervantes la copla por antonomasia de Santa Águeda. Pero bueno, los trece niños ya gozaron tras su actuación de un merecido premio con sabor a chocolate y gominola por parte de sus maestras. “Se saben muy bien la canción por el cole, porque la mitad de estos niños ya ha nacido aquí”, comentó Alexandra Blanco, la directora de la entidad. “Me pareció buena idea participar en el concurso y es una experiencia excepcional”, agregó.

Fue un gesto significativo de integración. Uno más de los articulados por Core. “En Leioa, empezamos actividades el pasado 23 de septiembre. La fundación se dedica a formar a personas migrantes en labores que les permitan luego conseguir empleo: tareas de casa, cuidado de mayores, cocina, castellano para los que no saben... Y también tenemos apoyo escolar, porque hemos firmado un acuerdo de colaboración con la asociación cultural Loizaga, que también es de Leioa, y por eso podemos incluir esta ayuda para el colegio”, explicó Alexandra.

Según el último observatorio de la inmigración en Leioa, fechado en 2021, un 5,8% de las personas empadronadas en el municipio es de nacionalidad extranjera, mientras que la cifra de las personas cuyo origen es de otros países asciende al 9,6%. “Este hecho sucede porque muchas de las personas de origen extranjero han adquirido la nacionalidad española (1.382 personas, el 44,4% de la población de origen extranjero)”, puntualiza el análisis.

Una treintena de voluntarios

La Fundación Core está compuesta por una treintena de voluntarios. “En lo que va del 23 de septiembre al 31 de diciembre hemos atendido a 110 personas. Y en el apoyo escolar tenemos a treinta niños y familias”, apuntó la directora. La idea, además, es que el curso que viene proporcione formación profesional, como en Iruñea. Un gran paso en su camino integrador, que discurrió por Santa Águeda, esa tradición que podría tener su origen en la mitología vasca, siendo el golpe de makilas una llamada a la tierra para que despierte tras el solsticio de invierno. Esta virgen y mártir siciliana del siglo III es la patrona de las mujeres y la fertilidad. Se le atribuyen un sinfín de poderes: evitar incendios y erupciones, proteger contra malos espíritus y enfermedades del ganado... La leyenda vasca le adjudica, además, la capacidad de curar cefaleas y migrañas.