En sus cartas a los Reyes Magos los menores no solo demandan juguetes. “A veces piden que sus padres estén con ellos o que no se peleen. Una niña pidió tener un salón donde poner un árbol porque viven en una habitación. Otros piden regalos para sus padres porque son conscientes de que están agobiados”, explica Itziar Irastorza, psicóloga infantil y juvenil de Cáritas Bizkaia.

¿Qué piensa un menor si pide un regalo a los Reyes y no se lo traen?

-Cuando no les traen lo que han pedido se frustran y sienten impotencia. No me han escuchado, no han entendido cuál era mi deseo. Me han puesto lo que ellos consideran que a mí me debe de gustar.

¿Deben los padres seguir con esa fantasía o explicarles la realidad?

-Si los niños todavía creen en la magia, hay que seguir fomentándola. Jo, cariño, pues yo creo que los Reyes habrán pensado que con esto te ibas a divertir, podemos jugar juntos, la próxima vez les pondremos más clarito qué es lo que te gusta. 

¿Se desilusionan mucho?

-Si no es el regalo que te he pedido, pero estás conmigo, lo abrimos juntos y se crea ese momento bonito, los niños lo aceptan. Al final lo que necesitan es ese momento de mimo y sentirse protagonistas. 

¿Qué hacer cuando piden deseos que son imposibles de cumplir?

-A veces no se pueden cumplir, pero te puedes acercar. No puedes estar con tus padres porque están en otro país, pero les puedes llamar, escribir una carta o hacer algo especial para ellos. Las personas con las que convives pueden crear ese ambiente de cariño y de familia, que es lo que el niño está pidiendo. 

¿No traerles todo lo que quieren es una buena forma de trabajar la tolerancia a la frustración?

-Hay que trabajar la frustración siempre. No se pueden pedir veinte regalos ni regalos de 200 euros. Hay que educarles en el consumo responsable y en los valores. Hay muchos niños y los Reyes no pueden traer tantas cosas. Hay que tener empatía, saber compartir, ser paciente... Igual quieres diez cosas, ahora tienes dos y el año que viene otras dos. Tenemos que intentar centrarles y limitarles. Luego está el por qué piden tantos regalos, si es porque quiero centrarme en jugar y olvidarme de las dificultades o porque quiero tener lo que tiene mi compañero. Son niños que tienen que jugar y divertirse, pero también aprender valores. Basta con uno o dos regalos de un precio asequible e intentar ajustarse a lo que él desea o a lo que le haría mucha ilusión.

“Muchas veces les traemos lo que creemos que quieren o necesitan. Los regalos educativos están bien, pero igual en otro momento”

¿Los padres no siempre lo hacen?

-Muchas veces les traemos lo que creemos que quieren, necesitan o les viene bien. Si yo te he pedido mil veces esta muñeca y tú me traes unos prismáticos para ver los pájaros porque a ti te gustan los pájaros, pues no. Estoy expresando mi deseo a los Reyes, que son mágicos y tienen que saber qué es lo que quiero. El regalo educativo o el libro están muy bien, pero en otro momento.

Teniendo más regalos ¿es normal que si falta uno se enfaden mucho o significa que están consentidos?

-Ahí está claro que hay poca tolerancia a la frustración y pocos límites. La respuesta tiene que ser previa, limitando el número de regalos. Si se centran demasiado en lo material, hay que trabajar más en el sentirse queridos, en los momentos de magia, en el tiempo compartido.

A veces no se olvida ese juguete que nunca le trajeron a uno. ¿Por qué se queda tan marcado?

-Tenemos que dar voz a los niños y niñas y escucharles. A los críos les gusta ayudarte a poner el árbol o a hacer algo de comida, que se les tenga en cuenta. Muchas veces consideramos que no tienen voz porque son pequeños y ahí te están diciendo lo que desean, qué menos que les escuches. Yo creo que queda esa sensación de adultos de si yo lo dije bien claro, ¿por qué nunca me hicieron caso pudiendo hacerme caso?

¿Y si no se les puede satisfacer?

-Se puede hacer como que los Reyes escriben una carta diciendo: Te he escuchado, pero esto no puede ser así. Igual no es la que ellos quieren, pero hay una respuesta.