“A 250 metros de altitud, con un control directo sobre una importante vía de comunicación medieval que hunde sus raíces en época romana”, la fortaleza de Balmaseda difiere de otras vizcainas y alavesas de similar arco cronológico: “la mayoría erigidas a entre 500 y 790 metros, con accesibilidad complicada y fuera de rutas”, comparó José Luis Solaun, doctor en Arqueología e investigador del Grupo de Investigación en Patrimonio Construido (GIPC) de la Universidad del País Vasco que desde 2021 participa en la excavación arqueológica y puesta en valor del Cerro del Castillo a través del convenio suscrito entre el Ayuntamiento y la Cátedra Unesco de Paisajes Culturales y Patrimonio de la UPV. ¿A qué se debe? ¿Quién y para qué ordenó su construcción?

Mientras el equipo arma una primera hipótesis que pueda responder a los interrogantes sobre sus orígenes, centran los retos para el próximo año en mejorar los accesos y acercar las visitas a este enclave mediante paneles informativos y actuaciones ya acometidas con el fin de “velar por la integridad estructural del conjunto”, según explicó Urtzi Llano, doctor en Arquitectura, Urbanismo y Patrimonio e investigador también del GIPC de la UPV. Así, se han consolidado muros y tendido una pasarela sobre el foso, que facilita el paso a un cuartel de época carlista.

Otra duda recurrente que les han trasladado los balmasedanos y sí pueden resolver: “en 2025” atacarán la plataforma superior, que abarca más de 400 metros cuadrados. Se trata de la zona más antigua que puede deparar nuevas sorpresas sobre el pasado de Balmaseda tras la revolución que supuso hace dos años confirmar mediante los análisis de carbono catorce practicados que ya se alzaba un castillo entre los años 940 y 978, siglos antes de lo que se pensaba. Esta fase “no figuraba en los compromisos adquiridos con el Gobierno vasco”, pero ahora “existe una partida importante”, dieron a conocer en la charla anual que desgranó los avances del proyecto.

Ha pesado, por otro lado, “la necesidad de dignificar la mitad del cuartel” desenterrado en 2021 y “presentar un relato histórico de las fortalezas del siglo XIX”, ahondó Solaun. El objetivo, divulgar el patrimonio de un período no tan estudiado, como el correspondiente a las Guerras Carlistas, que dejaron su huella en Balmaseda, al igual que otras, por su situación estratégica, “puerta de entrada hacia el mar”.

Precisamente, la fecha de mediados del siglo X “coincide con el proceso de unificación y tendencia a la autonomía de Castilla”. En ese contexto “las vías de comunicación resultaban fundamentales, eran la base del tráfico de personas, bienes, militares e impuestos de circulación”. Ven factible que esa “expansión y consolidación” se cimentara sobre castillos como el de Balmaseda, dotados de “una función política y administrativa, de defensa militar y puesto para asegurar el cobro del portazgo”, la tasa antes mencionada, en caminos no lejanos de las actuales carreteras principales.

Hoy, la campana de Kolitza

“No parece que jugara un papel relevante al concentrar población”, ya que las evidencias en el casco histórico se remontan “a los siglos XI y XII”, escucharon entre los asistentes miembros de Orexinal. La asociación cultural de Balmaseda impulsora de la recuperación del Cerro del Castillo culmina el año exponiendo hoy en la plaza de San Severino entre las 12.00 y las 13.30 horas la campana que coronará la ermita de Kolitza, su proyecto estrella de 2023.