Como los brocados, joyas o paisajes retratados en tantas obras maestras a lo largo de los siglos, hay que descender a la pequeña escala para percibir en su máxima expresión el minucioso trabajo que Bego Viñuela, de Caligrafía Bilbao, ha rubricado en la campana que la asociación Orexinal espera instalar en Navidad en la ermita que corona el balmasedano monte Kolitza. Los más de 200 nombres elegidos por las personas que desde julio han contribuido al crowdfunding impulsado junto con la parroquia de San Severino para fabricar otra que sustituyera a la anterior, destruida se cree que por una tormenta, ya acompañan los mensajes y elementos decorativos grabados en el taller del artesano cántabro Abel Portilla, que fundió la San Roque en noviembre.

“Lo bonito es que ha quedado como una textura, un dibujo. Si entornas los ojos tampoco distingues nada en especial. Luego te acercas y lo aprecias”, describe la calígrafa recién terminada la intensa tarea que le ha tomado una semana. “Muy contenta” con el resultado de la primera campana que ha entrado en su taller, “me lancé un poco ignorando si iba a ser capaz” hasta que dio el visto bueno a los trazos iniciales, movida por el valor añadido de la “ilusión” que los vecinos involucrados y los integrantes de la asociación están depositando en la iniciativa. Y es que “mediante la letra se transmiten ideas y emociones”.

Sentimientos que ella ha trasladado desde que asintió a la propuesta, pensando al principio que su cometido se limitaría a una firma. “No imaginé que iba a tratarse de algo tan potente, ¡existen pocas posibilidades de que te toque una campana!”, confiesa agradecida.

Especialista en diseño gráfico, se enamoró “de la forma de las letras” cuando estudiaba Bellas Artes. En sus más de diez años como calígrafa ha grabado “sobre textil casi todo”, así como vidrio, madera, zapatillas, zapatos de boda, incluso fruta para marcar la distribución de las mesas en una boda, hojas y también “en una campaña sobre cáncer de mama escribí en la piel de Cristina Pedroche y Maggie Civantos”.

Igual que los cantantes cuidan la voz, “cada uno posee su herramienta”. En su caso, la mano. Imprescindible “buen pulso”. Dosifica el café de manera que “lo evito con un par de horas de margen”. Tampoco aconseja “hacer ejercicio justo antes” de entrar en materia.

Ha intervenido en la San Roque con una punta especial para metal. Con otra había proyectado esbozar la composición en su conjunto. Sin embargo, “se iba a alargar demasiado”, de modo que resolvió “completar el nombre más largo y calcular los demás en función de ese espacio”. Tras agruparlos, por ejemplo, según familias, Bego Viñuela se puso manos a la obra a definir los caracteres “uno por uno”.

Sobre bronce

El bronce “es blando realmente, pero suelta mucha viruta, al final me he protegido con gafas y mascarilla”. Además, “la punta digamos que contiene como unas escamas, por lo que no produce un trazo regular, sino que vibra” y debía ir adaptando la posición “como de canto para conseguir una escritura lo más limpia posible”. Al practicar las incisiones con precisión quirúrgica –una sola vez basta– emerge “un color que parece plateado”. Y ha liberado varias franjas a fin de “no saturar la superficie”.

Han merecido la pena “las veces que he parado porque me dolía la mano por el peso de la herramienta”. Ahora se imagina a su hijo subiendo al Kolitza de excursión “sabiendo que su madre grabó la campana de la ermita y que pervive para la historia de Balmaseda”.

Al detalle

‘Crowdfunding’. La asociación cultural Orexinal de Balmaseda y la parroquia de San Severino promovieron en verano un ‘crowdfunding’ para sustituir la campana de la ermita de Kolitza destruida casi con toda seguridad en una tormenta.

Donantes para la posteridad. La contribución incluía la oportunidad de grabar en la ‘San Roque’, como la bautizaron en el taller del campanero cántabro Abel Portilla, los nombres escogidos. La calígrafa Bego Viñuela ha completado este trabajo.