Cuando hace una década un joven afirmaba que quería estudiar cine, era bastante probable que en su entorno cercano trataran de disuadirlo. “Este mundo estaba estigmatizado. Te decían: ‘¿De qué vas a comer?’. Pero ahora se está viendo que es una profesión como otra cualquiera, a la que te puedes dedicar después de estudiar”, afirma Mikel R. Alonso, uno de los socios fundadores de la Escuela de Cine del País Vasco –ubicada en Bilbao–, donde también es coordinador de estudios. Desde ese puesto privilegiado para fomentar lazos entre el mundo académico y el profesional, expone que actualmente no dan abasto: “El sector necesita más técnicos de los que podemos ofrecer en la Escuela de Cine”.

Cada vez son más numerosas las llamadas de productoras que requieren equipo humano para llevar a cabo sus proyectos. “Aunque en verano solemos mandar a alumnos que quizás están en segundo curso, lo habitual es que no recomendemos a personas que aún no hayan acabado. Ahora mismo estamos viendo que el número de personas que podemos mandar es muy limitado en comparación con la demanda que hay”, evidencia Mikel R. Alonso, quien expone que, sobre todo, hay escasez de perfiles técnicos. “Faltan profesionales de cámara, fotografía, sonido, maquillaje, vestuario... El equipo de producción necesita muchas manos para que todo salga en los plazos previstos”, expone el coordinador de estudios del centro en el que se imparte desde dirección cinematográfica hasta cursos de guion cinematográfico o talleres de doblaje.

La escuela recibía hace cuatro o cinco años un centenar de alumnos. “A día de hoy estamos entre 200 y 250 alumnos. Ha habido un incremento considerable en poco tiempo”, indica este socio, quien revela que la pandemia les favoreció. “Cambió la mentalidad de la gente, que se replanteó su vida y qué es lo que realmente quería hacer”, indica sobre el alumnado, que en su mayoría tiene entre 18 y 25 años. El siguiente gran empujón en las matriculaciones probablemente estará por llegar. Aunque ya comienzan a percibirlo de la mano del aumento de rodajes en el territorio.

“Puedes traerte un equipo de Madrid o Barcelona, pero al final un equipo local siempre te va a salir más barato”, afirma Mikel R. Alonso sobre por qué las productoras que echen raíces en Bizkaia preferirán contratar a profesionales vizcainos. En ese sentido, también menciona a aquellos alumnos que han pasado por la escuela años atrás y tuvieron que marcharse a otras comunidades ante la ausencia de perspectivas laborales. “Mantenemos el contacto con muchos alumnos, a los que hemos recomendado para rodajes, y ahora están empezando a volver”, manifiesta el socio de la escuela, una cooperativa sin ánimo de lucro, ubicada en Deusto. En ese sentido, subraya la posibilidad de enlazar una producción con otra, es decir, de continuidad laboral. “Además se están rodando muchas series, cuyas grabaciones suelen durar bastante más que la de una película, que puede ser de cuatro o cinco semanas”, agrega el socio fundador del centro.

Alumnado

250

Es la cifra de alumnos a la que se acerca actualmente la Escuela de Cine tras haber doblado el número de estudiantes en apenas un lustro. Entre los factores que han provocado que esto ocurra se encuentra la pandemia, que ha llevado a replantearse su futuro a muchos jóvenes, o el aumento de producciones por las plataformas de ‘streaming’.