Menos de 24 horas después de la granizada que vivieron el lunes a primera hora de la tarde los vecinos de Igorre, los residentes de la localidad vizcaina recuerdan la tormenta. María Dolores Bernaola, explica los nervios que sufrió durante los veinte minutos en los que granizó y, la preocupación de madre que le recorrió el cuerpo pensando en sus hijos. "Llamé a mis hijos para saber si estaban protegidos", ha señalado. Ante la preocupación por no saber la magnitud del diluvio que llegaba, María Dolores se adelantó y convirtió su domicilio en un bunker. "Me adelanté a la situación, el cambio de temperatura que hubo tenía muy mala pinta", justificó recordando los momentos de pánico vividos.
La vida cotidiana en las calles de Igorre horas después de la catástrofe se puede definir en pocas palabras, la paz después de la tormenta. Las terrazas del lugar han recobrado vida en una mañana donde el resplandeciente sol contrasta con la situación vivida este lunes. En la Avenida Lehendakari Agirre, junto a María Dolores se encontraba su marido Luis Letona, quien se presuponía que el temporal iba a llegar a la zona. "El viento que comenzó a soplar era un indicativo de lo que iba a venir", explica señalando los canalones de agua cercanos a su domicilio los cuales están perforados.
Los principales daños provocados por el fuerte temporal se vieron reflejados en los cientos de vehículos que transitan desde primera hora de la mañana con la luna del coche en dirección a los talleres de la zona. Pero no han sido los únicos que han sufrido daños.
Jose Félix no ha tenido una mañana fácil. El terreno en el que tiene la huerta se ha visto completamente destrozado y desde primera hora de la mañana ha estado trabajando a destajo para arreglarlo lo antes posible. "He tenido que cambiar el plástico que cubre el invernadero porque estaba agujereado por todos los lados", confesó.
