Orillada en la margen izquierda de la ría del Barbadun, la iglesia de San Julián de Musques (documentada a principios del siglo XIII y origen patronímico del actual municipio de Muskiz) simboliza como pocas iglesias vizcainas la fuerza e influencia que el hierro, la vena de Somorrostro, dotó a este edificio religioso pero también social –como centro de reunión del concejo vecinal a los pies del crucero erigido ante el templo– y de fuerte impacto económico generado por el control que la iglesia hacía del kaiaje (peaje) del puerto venaquero de Lavalle que engordaban las arcas del linaje de los Salazar, patronos de la iglesia. Un templo que tuvo un destacado papel socioeconómico en una comarca tan extensa como el Valle de Somorrostro que llegó a abarcar desde el río Cadagua en tierra de Barakaldo hasta la muga con Cantabria en el Haya y donde las parroquias de San Julián y las posteriores de San Juan y San Nicolás de Bari en Pobeña formaron un estrecho triángulo representativo del poder que detentaban y escenificaban en la zona, cada una en su época, familias como los Salazar o los De la Quadra.

Somorrostro, topónimo que hoy día se asocia como sinónimo al municipio de Muskiz, fue siempre un punto estratégico por su riquezas naturales (hierro, madera, ganadería, agricultura,..), por su acceso directo a la mar a través de dos rías navegables, la occidental de Pobeña y otra, la oriental, que hoy día es la ría de Bizkaia por excelencia pero que también era otra vía de Somorrostro pues con ella limitaban concejos de este extenso valle”, reflexionó el historiador Carlos Glaría en el marco de una visita guiada entre las iglesias de San Juan y de San Julián dentro de las jornadas de los Monumentos y los Sitios históricos organizada por la ferrería de El Pobal.

Una jornada en las que las cerca de 50 personas participantes tuvieron el privilegio de asistir a la inauguración de un vinilo instalado en la puerta sur del templo de San Julián de Musques que reproduce a escala real el portalón donde aparecieron 21 grafitos relacionados con el intenso pasado portuario del fondeadero de Lavalle y que actualmente se exhibe en la ferrería de El Pobal. Además los asistentes tuvieron la fortuna de poder acceder al interior del templo medieval –rehecho hacia 1500– que se haya cerrado al culto y tan solo abre sus puertas y repica sus campanas el 8 de enero con motivo de la celebración de la festividad de Santa Basilisa. Santa que comparte feligresía con San Julián y que da nombre a una de las dos campanas gemelas de esta iglesia que fueron fabricadas en 1802 con yugo de madera y de 93 centímetros de diámetro, una altura del bronce de 79 centímetros y un peso aproximado de 466 kilogramos.

Barbadun

Un templo que, según explicó Glaría, se sitúa de manera estratégica en un altozano sobre el cauce de la ría del Barbadun –en esa zona ya está influenciada por las mareas– cuyo nacimiento se sitúa unos 15 kilómetros aguas arriba en dos pequeños manantiales situados en el monte Kolitza y que unen sus fuerzas al llegar a Artzentales donde coge los nombres de Kolitza, Salcedillo, Mayor o Galdames (según el municipio por el que discurre) hasta llegar a Muskiz donde recibe el topónimo de la vega que lo cobija, Barbadun. “Una vega frecuentemente azotada por los aguaduchos que unidos a la marea y los aportes del Barbadun y el Cotorrio procuraban frecuentes inundaciones en el concejo, lo que llevó a los lugareños a construir malecones y varios chimbos (compuertas para regular el desagüe) a lo largo del cauce navegable”.

Territorio ferrón y de tradición portuaria al que llega en el siglo XIV el linaje de los Salazar, originarios de Las Merindades burgalesa, que tras hacerse fuertes en la Llanada alavesa, llegan a Bizkaia de la mano de Juan Lope de Salazar, Prestamero real que se casó con Inés de Muñatones. “Un matrimonio estratégico ya que esta ultima familia mantiene una lucha feroz contra el bando de los Marroquín y que permite a los Salazar acercarse a la mar pues, como reseñan las bienandanzas y fortunas de Lope García, su tatarabuelo ya le sugería a su hijo Juan que se bajase a la costa todo lo que pudiera porque en la costa siempre iba a encontrar conducho para matar las ganas de comer, y no estaba pensando precisamente en coger lubinas sino porque aquí estaba el dinero que generaba el trasiego del mineral de hierro de Triano y el alta de Galdames y que se transportaba a través de los puertos de Galindo (Sestao), de Ugarte (Trapagaran ) y sobre todo de San Martín. Un puerto que en 1339 Inés aporta como dote junto con el solar donde se encuentra el actual castillo de Muñatones y el patronato de la iglesia de San Julián”, recordó el director del Museo de Arte Sacro, Juan Manuel González Cembellín. Este experto resaltó que los Salazar tuvieron reiterados pleitos tanto con la iglesia como con los vecinos del concejo que, hartos de la veleidades, prebendas y ostentaciones del patrono, llegó a crear y pintar en el techo del coro de la iglesia su propio escudo, aunque tapado por orden del patrón, ha permanecido oculto hasta ahora. “Alguien debe coger el guante para evitar la desaparición de este escudo reflejo del hastío del pueblo contra el feudalismo”, reclamó González.