GORDOXO “es un nombre propio de persona y sel u ola, un tipo de ocupación del terreno típico de la Edad Media que solía componerse de un terreno redondo y con una chabola en medio; en muchos casos, de ahí surgieron los caseríos”. La suma de ambas da lugar a Gordexola. Una palabra “vasca, romanizada como Gordojuela en primer lugar y posteriormente Gordejuela” hasta la actual denominación oficial. El experto Mikel Gorrotxategi responde a la primera pregunta que los vecinos se habrán formulado sobre el libro de toponimia con formato de diccionario editado por el Ayuntamiento. Con 800 entradas que abarcan desde el siglo XIII hasta la actualidad, además incorpora “una introducción a la Edad Media en la localidad”, explica el director del Museo de las Encartaciones, Javier Barrio, también autor junto al investigador Goio Bañales.

La mención más antigua al municipio “se recoge en 1284, cuando aparece en la documentación un personaje llamado Lope Sánchez de Gordejuela”. Otro aspecto relevante apunta a la preeminencia de San Juan de Berbikez, en su día monasterio, “como uno de los núcleos originarios del valle e iglesia más importante hasta la fundación en el siglo XVI de San Juan de Molinar”, el actual centro administrativo, deportivo y educativo. Se mencionan “datos relativos a las torres de Palacio (desaparecida), Ibarguen, Largatxa, Urtusaustegi…” habitadas por nobles que convivían con clérigos y, en gran medida, campesinos ganaderos que evolucionaron “hacia unas relaciones de vasallaje y feudales” durante el medievo.

Los tres autores han invertido “más de un año en recopilar y ordenar la información en nuestro tiempo libre” y, a pesar de todo, “siempre quedarían archivos por revisar; el de protocolos, por ejemplo, precisaría otro año entero en exclusiva”. Se han ceñido “a lo que referencia la documentación municipal y la de la Diputación, no hemos podido acudir a las escrituras de las casas y ahí normalmente aparecen nombres de prados, fincas, huertas…”, material para poder seguir investigando, cuenta Mikel Gorrotxategi. La institución foral recabó testimonios orales “en los que también nos hemos basado y completado con informantes especiales, como Jokin Inoriza, autor de varios libros sobre la zona.

Representación teatral en el antiguo convento de Santa Isabel. E. Castresana

La particularidad de Gordexola reside en que “su toponimia fue euskaldun hasta que desde el siglo XVI-XVII empiezan a encontrarse nombres en castellano y parece que el castellano entra fundamentalmente, y esto es curioso, por Urdanegi, el río Rodaiega”. Por proximidad geográfica “está muy unido a la de zona Okondo y se nota la afinidad entre la toponimia que vemos aquí y la de Aiala”, expone Goio Bañales.

Robledal de las ánimas

El trabajo también trata de desentrañar la relación de los nombres con historia y sociedad de las distintas épocas. El “por qué salen a colación palabras como el robledal de las ánimas: igual la gente piensa que allí aparecían las ánimas del purgatorio y no, pertenecía a una cofradía”, afirma Mikel Gorrotxategi.

“¿Qué puede haber ocurrido? ¿Cómo influyen los acontecimientos para que se transforme la toponimia? Intentamos sacar ideas que pueden resolver preguntas a través de lo que nos cuentan los topónimos, todo confluye y concuerda con lo que vamos encontrando: historia, religión, episodios…”, añade Goio Bañales.

Su idea es profundizar en la evolución lingüística de más municipios: “Hemos recopilado la toponimia de Zierbena, algo de Trapagaran, Barakaldo, Zalla, Gordexola y hemos empezado Güeñes, Balmaseda y Sopuerta”. En libro o volcando la información en internet para que todo el mundo pueda consultarla, desean “darle forma a todo eso, construir una teoría, lo más científica posible, de qué se deduce de ahí”, con un estudio de porcentajes de palabras desglosadas por siglos”.