“Quieres hacerlo bien hasta el final”, hasta el último aliento en la cruz. En mayor medida con la responsabilidad de contemplar a sus pies a miles de personas en los momentos cruciales de la Pasión Viviente. “Impresiona”, confesaba Aitor Martínez, el fisioterapeuta de 27 años de Balmaseda que dio vida a Jesucristo el Jueves y el Viernes Santo. Con rasguños y contusiones, pero muy satisfecho, agradeció el apoyo que le llegó a través de las expresiones compungidas del público. Complicado calcular la cantidad exacta de espectadores, que sobrepasarían las decenas de miles con la sensación de Protección Civil de que la afluencia ha superado la de los últimos años, impulsada por un día despejado, propio del verano.
Aunque a primera hora de la mañana la temperatura no superaba los cinco grados. Con sus pies descalzos, los penitentes se frotaban las manos en un intento por entrar en calor. Preparado para su transformación en Jesucristo, Aitor apareció “tranquilo” pese a que se había despertado “a las cinco de la madrugada y ya no he podido dormir” después de la Última Cena, que la víspera había terminado en torno a las 23.00 horas. Entre deseos de buena suerte, le dio tiempo a felicitar a una compañera del Vía Crucis, que recibió como sorpresa un pastel con las velas de su 29 cumpleaños. Ella, que había delatado a San Pedro tras la detención de Cristo, como ambos recordaron entre bromas, se cercioró de quitarse los pendientes y él el reloj para que ningún detalle estético desentonara antes de formar fila. Junto con la implicación de las cerca de 700 personas que participan de una u otra manera, el realismo de la Pasión Viviente de Balmaseda a través de la ropa y las archiconocidas barbas que se dejan crecer los vecinos constituye una de las claves de su éxito entre las personas de dentro y fuera de la villa que lo presencian año tras año. Mención especial a las mujeres que llevan semanas pendientes de organizar el vestuario y no dieron abasto a colocar mantos, túnicas, cascos o sandalias.
La escenificación del Viernes Santo arrancó en el Campo de las Monjas con el ahorcamiento de Judas y el juicio ante Poncio Pilato. Sara García y Vanessa Mínguez lucieron espectaculares con sus vestidos y elaborados recogidos de inspiración romana. “Hemos dormido con los moños hechos y a las 5.30 ya estábamos levantadas”, contó Mínguez, quien dio vida a Claudia, la esposa del gobernador romano. Desde el año pasado, Jesucristo también habla en este apartado, antes de ser sometido a latigazos, cargar con la cruz de ochenta kilos de peso, que no había probado hasta entonces, y cruzar sus miradas por primera vez con la Virgen y María Magdalena. Esta última, Nerea López, no podía esconder sus nervios y emoción. La Virgen María, Lourdes Martínez, tía de Cristo en la vida real, apenas había podido conciliar el sueño durante “dos horas”, consciente de que se desbordarían los sentimientos, como así ocurrió. Las canciones de la coral Kolitza contribuyeron a conmover a los congregados. Entre ellos, personas usuarias de la cercana residencia León Trucíos, a quienes sus cuidadores y cuidadoras facilitaron ver desde la calle su querida Pasión Viviente.
Una mala caída
A Aitor le infundían respeto las caídas. En la segunda, en la plaza de San Severino, se lastimó porque “la cruz se me ha desplomado de lleno en la mano”. “La verdad es que impone”, compartieron cuatro sobrecogidas espectadoras. “Estoy bien”, tranquilizó él a sus allegados al terminar.
La guardia romana no se cambió de ropa, sino que se dirigió a tomarse una foto frente a la iglesia de San Severino, como es costumbre. Numeroso público infantil se lanzó a inmortalizarse con ellos, demostrando por qué el Vía Crucis de Balmaseda tiene futuro por delante. El próximo fin de semana niños y adolescentes toman el relevo.
Atención médica
Doce desmayos. Las sirenas de las ambulancias sonaron ya antes de que elevaran a Jesucristo para la crucifixión. “Ha sido un no parar, hacía años que no realizábamos tantas intervenciones”, valoró el jefe de Protección Civil de Balmaseda, Enrique Pastor. Doce personas fueron atendidas por desvanecimientos causados por el calor, tres de las cuales requirieron traslado al ambulatorio. “Desayunar bien”, uno de los consejos para no deshidratarse.