De los 22 cuadros de la exposición que acoge todo el mes de abril el Hika Ateneo de Bilbao, sólo uno no ha salido del pincel de Amalio García. Se lo hizo en 1996 su amigo Ismael Fidalgo “cuando cumplí cincuenta años y lo he traído como homenaje, era tan perfeccionista que la primera versión no le convencía y empezó desde cero con este otro”. Ambos formaron parte del grupo de pintores salido de la Babcock Wilcox, un entorno cuyo desmantelamiento ha reproducido en otra de las obras. Con el fondo de Sestao, una mujer que sostiene a un niño en su regazo mira al infinito con mirada triste “porque se ha terminado con aquella vida tan fuerte, penetrante de miles de trabajadores: el cambio de relevos era una marea humana y ya no queda nada, quien puede, se marcha” ante la falta de oportunidades. Él mismo resultó afectado. “Me pilló la reconversión” y se jubiló a los 54 años. Presidente de la asociación Alén de Sopuerta, sigue reivindicando la defensa del patrimonio industrial y minero. Desde hace años luchan para que las instituciones se habiliten fondos para la reapertura como vía verde del túnel de Herreros, que conecta Castro Urdiales y la localidad encartada.

De niño ya captaron sus aptitudes para el dibujo. A los 7 años recibió un reconocimiento en el colegio. A medida que crecía desarrolló su afición “a veces pintando hasta las cuatro de la madrugada”. También experimentó con el barro.

Su obra pictórica compone un recorrido por su propia vida, desde el carro de la lechera tirado por un burro en La Arboleda, casas de Ortuella, a paisajes de Canarias, rederas en Portugal, un bazar de Argelia, Nicaragua, Israel, Palestina, donde viajó en labores de cooperación al desarrollo, el carnaval de Lantz”… Uno de los primeros corresponde a su estancia en Brujas. Como Velázquez en Las meninas, incluyó un autorretrato mientras pinta un canal.

“Mi padre trabajaba en los Altos Hornos. Primero, de enganchador y, luego, maquinista”, explica enseñando una fotografía suya con una txapela que “ahora llevo yo”. Así que terminar en la Babcock Wilcox parecía cuestión de familia. Allí trabó amistad con Ismael Fidalgo,. “Un día de septiembre de 2011, apareció Amalio en el museo con el apoyo del Ayuntamiento de Sopuerta y una idea en la cabeza: una exposición que sirviese para poner en valor la obra de Fidalgo”, reproduce la publicación que le dedicó el museo a la retrospectiva con más de 300 cuadros.

Sin abandonar nunca su faceta artística, Amalio se trasladó a Sopuerta hace dos décadas y allí participó activamente en la fundación de la asociación Alén, “juntándome con gente que compartía el interés y el amor por la tierra, por revalorizar todo lo que tenemos, queríamos recuperar y evitar que se malograran los vestigios históricos y de la minería, contar con una plataforma de lanzamiento que aglutinara cultura y actividades”. Se involucran en iniciativas como las Jornadas Europeas del Patrimonio y editan una revista anual con un extenso artículos de investigación sobre el pasado de Sopuerta que ha despertado el interés del departamento de Cultura del Gobierno vasco, que “nos ha solicitado recientemente copia de todos los ejemplares”.

Túnel de Herreros

Sin embargo, lamenta que pese a los “halagos”, institucionales, en el momento de la verdad “no se habilita financiación”. Se refiere a la propuesta que Alén plantea desde hace años de rehabilitar el viejo túnel minero de Herreros, de casi dos kilómetros y cerrado desde 1966, para comunicar Bizkaia y Cantabria a pie y en bicicleta. Las Juntas Generales se pronunciaron a favor y acaban de exponer el proyecto en el Parlamento vasco.