Con “dolor y rabia” relató Joseba Imanol Ibarra el pasado viernes, en el transcurso del acto oracional celebrado en la catedral de Bilbao, el calvario que sufrieron él y sus compañeros en la Casa de Misericordia de Bilbao, donde fueron abusados, según denunció de viva voz en el templo, “por su director, el sacerdote canónigo José Luis Pérdigo”.

Hay pecados que no se pueden perdonar, ni ofensas tan graves y amargas olvidar de quienes tenían el deber de protegernos y nos hicieron descender a los infiernos con abusos, humillaciones y violaciones”, censuró Ibarra durante la lectura de un poema, titulado Lágrimas de dolor, escrito por él mismo hace cincuenta años.

"Si sabías que eras un pederasta, ¿por qué te metiste a sacerdote? ¿Por qué rompiste las vidas a una generación de inocentes niños?"

En su texto esta víctima plantea "las preguntas sin respuesta" que le habría gustado hacer a su abusador, ya fallecido. “¿Por qué tanta maldad? ¿Qué necesidad había de hacernos daño a unos niños desvalidos e inocentes? Si sabías que eras un pederasta, ¿por qué te metiste a sacerdote? ¿Por qué manchas el buen nombre de la Iglesia católica y de su Dios? ¿Por qué rompiste las vidas a una generación de inocentes niños?”, cuestionó desde el altar Ibarra.

Sanar las heridas

Tras afirmar que ser abusado "es el más cruel y peor castigo que puede infligirse a un niño", Ibarra dejó constancia de las terribles secuelas que sufrieron. "Sin parara de llorar y entristecidos, los niños inocentes sin consuelo, tu doliente figura imberbe, con miedos y contradicciones, no entiendes lo que te pasa, por qué esta canallesca conducta, quien tenía el deber de defendernos fue nuestro principal abusador".

"Quiero con este acto del perdón aplacar para siempre mi sed de justicia, sanar las heridas y hallar la paz que mi atormentada alma precisa"

Para esta víctima, que nada más terminar su intervención se dirigió hacia el obispo y se fundió con él en un emotivo abrazo, el acto del perdón celebrado ayer fue “sanador”, aunque no descansará hasta que se instale una placa en memoria de los niños abusados en La Misericordia. “Quiero con este acto del perdón aplacar para siempre mi sed de justicia, sanar las heridas y hallar la paz que mi atormentada alma precisa”, se despidió.

Eduardo Torralbo, víctima de abusos en el colegio Salesianos Barakaldo, que participó en el momento oracional poniendo una vela en el altar, aseguró que se había “sentido muy identificado” con el relato de Ibarra y reconoció que, una vez finalizado el acto, se había “llegado a emocionar” al saludarle a él y al director de la comisión investigadora de los abusos, Carlos Olabarri.

Por su parte, Alfonso Ruiz de Arcaute, otra de las víctimas de abusos sexuales que asistieron a la ceremonia, alabó que el obispo de Bilbao "esté abriendo caminos que no se estaban recorriendo dentro de la Iglesia española”.