Esperas de casi dos horas en las paradas, autobuses llenos hasta la bandera, estudiantes que tienen que salir antes de clase... Miles de vizcainos se han visto este lunes afectados por la huelga de 24 horas en Bizkaibus, que se ha sentido en la mayoría del territorio. Los estudiantes de la UPV, cuyo campus de Leioa únicamente está conectado por carretera, y los vecinos de municipios que no disponen de otro medio de transporte, como Mungia, han sido los más perjudicados por los paros.

La huelga, la primera de 24 horas que está convocada para este mes de febrero, ha sido secundada por cuatro de las seis concesiones de Bizkaibus que operan en el territorio y que cubren el servicio en Txorierri, Ezkerraldea-Meatzaldea, Busturia y Lea Artibai y Enkarterri. Los trabajadores reclaman la renovación de sus respectivos convenios, actualizando sus salarios al incremento del IPC, como ya se ha logrado en la empresa que presta servicio en Durangaldea.

Solo los servicios mínimos han circulado hoy por las carreteras vizcainas, lo que ha supuesto frecuencias muy inferiores a las habituales y la suspensión del servicio en varias de ellas. Los estudiantes de la UPV en el campus de Leioa han sido uno de los colectivos más perjudicados por la huelga, ya que solo disponen de Bizkaibus para llegar a sus clases.

En la parada de San Mamés, Igone Urtasa y sus compañeros esperaban esta mañana en una cola que iba creciendo por momentos y en la que se agolpan decenas de estudiantes más. "No sabíamos que hoy había huelga y nos hemos enterado al ir a la parada. De hecho, venimos de San Ignacio porque allí no hemos podido coger el autobús", relataba la universitaria. "No creo que entremos en el siguiente autobús, a ver cómo llegamos hoy a clase...", admitía con resignación.

Aunque ya sabía que iba a haber huelga en el servicio, también para Álex López ha sido complicado llegar a la universidad. "Suelo coger la línea 2162 pero hoy, aunque nos había dicho que iba a tener servicios mínimos, no los ha habido, así que al final he cogido el 2161. Había una cola increíble para entrar al autobús. Si de normal la demanda de estas líneas es mayor que el servicio, lo de hoy es ya de locos", narraba ya en el campus de Leioa, donde ha llegado más tarde, "39 minutos exactamente", de lo habitual. "El autobús iba llenísimo, a reventar, no cabía un alfiler", relataba, todavía sin saber cómo iba a regresar por la tarde a su casa, en Algorta. "No sé muy bien cómo lo voy a hacer. Espero poder coger el autobús de Las Arenas, bajarme en Leioa y coger el metro allí. No veo otra manera de llegar".

Los vecinos de Mungia también saben de primera mano lo que es tener que cambiar su día a día cada vez que hay paros en Bizkaibus. "Las líneas directas que nos llevan a Bilbao desaparecen literalmente en jornadas como hoy; quedamos a merced de las que conectan con Bakio y Bermeo, que tienen parada aquí. Eso hace que los autobuses vayan extremadamente llenos, con personas viajando de pie junto a las cristaleras del conductor, sin ningún tipo de seguridad. No quiero pensar lo que puede pasar si un día el chófer tiene que dar un frenazo...", mostraba su enfado Aizpea Galán, vecina de este municipio que trabaja en Bilbao.

"El estropicio es importante"

Ella misma ve cómo su rutina y sus horarios habituales se van al garete en jornadas como la de hoy, pero que viene sufriendo ya desde que comenzaron los paros el otoño pasado, coincidiendo con los horarios de mayor afluencia. "Hoy por ejemplo salgo a las 14.30 horas de trabajar pero hasta las 15.45 no voy a tener autobús; no llego a recoger a mi hija del colegio, tengo que pedir ayuda... El estropicio es importante. Otras veces a la mañana he llegado tarde, tengo que salir también más tarde...", relata.

Mari Tere Quintana esperaba al autobús para ir a Mungia, a la consultad del dentista, en la parada de la plaza Moyúa. "Me acabo de enterar de que había huelga cuando he llegado aquí. Normalmente hay autobús cada 15 minutos pero vaya usted saber a qué hora voy a llegar hoy, porque no sé ni a qué hora van a pasar", se preguntaba, preocupada por si perdía su cita.

Tampoco tenía conocimiento de los paros Callum Tennant, un británico que trabaja como auxiliar de idiomas en Bermeo y que ya se había enfrentado a otros paros en Bizkaibus. "Es un poco complicado para alguien que no es de aquí enterarse de estas afecciones al servicio, porque solo ves una pequeña pegatina en el autobús. Todos mis amigo británicos han tenido el mismo problema", admite, sin que ello le suponga no solidarizarse con los trabajadores. "Son tiempos difíciles para todos y hay que defender un salario justo".

En jornadas como la de hoy, y también durante los paros que ha habido estos meses atrás, Nerea Pareja tiene que desplazarse hasta Bilbao en tren para poder llegar a clase desde Amorebieta, donde vive, y desde donde habitualmente pasan autobuses cada cuarto de hora. "No nos queda otra que coger Euskotren sí o sí para poder llegar y tenemos que pedir permiso para salir antes de clase; si no, vas de pie o directamente está lleno y no puedes entrar, contaba mientras esperaba a su autobús en Hurtado de Amezaga. "Menos mal que ahora estamos de exámenes y no tenemos el mismo horario, pero así y todo hemos tenido que esperar media hora para coger el autobús para volver a casa".