De la industria tradicional a sectores pujantes como el tecnológico, innovación o servicios. La comarca de Txorierri es uno de los motores de Bizkaia hoy en día y puerta de entrada y salida al territorio histórico a través del aeropuerto de La Paloma. Sin embargo, su actual relevancia es fruto del continuo trabajo desarrollado durante las últimas cuatro décadas, especialmente después de la desanexión el 1 de enero de 1983 de cinco municipios –Derio, Erandio, Loiu, Sondika y Zamudio– que habían sido incorporados manu militari a Bilbao por decreto de 30 de marzo de 1966 para pasar a formar parte del concepto del Gran Bilbao acuñado por las autoridades franquistas. Una independencia que ahora contemplan con orgullo, ya consolidadas como municipios, pero que no fue sencilla en sus inicios.

Vista panorámica del valle del Txorierri durante el periodo de anexión a Bilbao. Archivo municipal de Bilbao

“Hubo que empezar de cero”, resume José Luis Padura, primer alcalde de la democracia de Zamudio y regidor de la localidad durante dos etapas (1983-1987 y 1999-2003), además de teniente de alcalde del Ayuntamiento de Bilbao y delegado en la villa del Valle de Txorierri. Sin duda, una voz autorizada para repasar la trayectoria de estos municipios de la comarca ahora que se cumplen 40 años de su desanexión.

“En Zamudio, tras separarse de Bilbao, lo único que había a nivel municipal eran unas oficinas arcaicas. Una de las razones por las que se llevó a cabo la desanexión fue por lo abandonado que estaba. No se podía comparar cualquier inversión que se hacía en Deusto o Begoña, con sus 40.000 o 50.000 habitantes, con las que se hacían en Txorierri, cada uno con 2.000 o 3.000. El reparto del dinero era muy escaso”, apunta. También recuerda que había “un interés y una identidad de pueblo que sentía que, aunque se pasaran penurias, los asuntos locales se iban a resolver mejor con una administración cercana en vez de la de Bilbao”. A este respecto, cuando tomó posesión del cargo en 1983, una de los primeros proyectos importantes que impulsó fue la mejora de la red de agua. “Era una infraestructura primordial. Hubo que traer agua a los depósitos desde Bilbao a través de la Vía Vieja”, rememora. Una vez consolidadas las infraestructuras claves, otro de esos primeros pasos fue crear un presupuesto municipal y sacar adelante las normas subsidiarias para el desarrollo urbanístico. A partir de ahí, Zamudio inició su despegue, sobre todo, a través de los polígonos industriales. “Tuve la suerte de que las instituciones pensaron que el parque tecnológico se podía ubicar en Zamudio. Su implantación fue un bombazo para el desarrollo del municipio porque se veía que era el futuro”, apunta Padura. “Pasamos de ser la despensa de Bilbao a un municipio industrial”, agrega el actual alcalde de Zamudio, Igotz López.

Hacer pueblo

Otro de esos regidores que le tocó seguir trabajando por el desarrollo del municipio tras la desanexión fue Iñaki Gaztañaga, regidor de Loiu entre 1991 y 2003, pero en el Ayuntamiento como concejal de Cultura desde 1987. “Lo primero que hicimos fue empezar a hacer pueblo en una época en la que había muchos problemas y pocas soluciones. En Txorierri, a nivel de infraestructuras, no había nada. Éramos los arrabales de Bilbao, había que empezar de cero. Lo único que había hecho el Ayuntamiento de Bilbao por aquel entonces era trasladar colegios para sacarlos de la ciudad”, refleja. Por eso entre sus primeras actuaciones como responsable municipal le tocó poner en marcha proyectos de saneamiento, carreteras, alumbrado, etc. Al mismo tiempo, también trató de iniciar actividades culturales y llevar a cabo reparaciones en los escasos equipamientos deportivos con los que contaba el pueblo. Todo ello con importantes dificultades económicas. “La Diputación estaba mucho menos estructurada que hoy en día y era muy complicado acceder a subvenciones”, esgrime. Por otro lado, tras la desanexión hubo que hacer frente al descenso de habitantes. “En 1988 se aprobaron las normas subsidiarias de planeamiento. Sin eso no podíamos hacer nada y en Loiu el crecimiento urbanístico había sido hasta entonces prácticamente nulo. De hecho, en los años 50 y 60 había cerca de 2.500 habitantes y tras la desanexión alrededor de 1.400. Recuperar esa población no se hace de la noche a la mañana, cuesta mucho y hay que seguir una serie de directrices urbanísticas”, indica. Precisamente, de renovar el PGOU se encargó el siguiente regidor loiuztarra Bizente Arteagoitia (2003-2015). “Nos costó muchísimo. Empezamos al inicio de legislatura y lo terminamos al final de mi etapa. Hubo muchos problemas por el tema del aeropuerto, pero al final se consiguió y ahora se puede desarrollar el proyecto”, sostiene.

Más de una década después de la desanexión, en 1997, Joseba Goikouria entró a formar parte del Ayuntamiento de Erandio, primero como concejal y desde 2009 a 2019 como alcalde. En este sentido, a mediados de los 90, etapa en la que fue responsable de la Policía Municipal, reconoce que había “carencia de vehículos y personal” y eso redundaba en que los servicios que se podían prestar eran “un poco escasos”. Posteriormente, cuando pasó a dirigir el Área de Acción Social, recuerda que había “una residencia, pero no existía un centro de día”. Unos servicios que con el paso de los años pudieron ir desarrollando hasta confeccionar el Erandio actual.

Acto institucional en el Ayuntamiento de Sondika. Domingo Aldama

Ejemplo de la evolución y desarrollo impulsado en la década de los 80 y 90 es la etapa que vivió en Sondika Gorka Carro, alcalde entre 2003 y 2015. “Las infraestructuras estaban casi completas, exceptuando algunos barrios que hubo que desarrollar, y nos enfocamos en potenciar el aspecto cultural y lúdico con proyectos como la casa de cultura o la haurreskola”, destaca. Del mismo modo, quien también recogió una herencia óptima fue Sorkunde Aiarza, alcaldesa de Zamudio entre 2003 y 2011. “Por suerte cuando accedí al Ayuntamiento teníamos ya las infraestructuras consolidadas y la administración saneada y activa”, concluye.