Una villa amurallada, de entre 1.800 y 2.300 habitantes, con la de los Fueros como plaza principal, mientras que la que rodea la iglesia de San Severino se destinaba al mercado. Dominándolo todo, el castillo. La puerta de entrada se encontraba en el Puente Viejo, por donde cruzaba un importantísimo flujo comercial por su estratégica ubicación entre la meseta castellana y la costa. Así debía lucir Balmaseda a finales del siglo XV, según la recreación por la que se puede navegar en la web www.balmaseda1487.com, impulsada por Javi Etxebarria en colaboración con siete personas más de Balmaseda especialistas en distintos campos. Ayer el proyecto saltó a las calles, donde una veintena de participantes comprobaron cómo ha evolucionado el casco histórico apoyándose en fotografías y unas gafas de realidad virtual para sumergirse en una panorámica a 360 grados.

El doctor en Historia Medieval Igor Santos Salazar; Valentín Ibarra, autor de tres libros sobre historia de Balmaseda; la responsable del museo de historia de la villa, Paloma Sañudo; Bingen Urkijo, que publicó en 2001 una obra sobre la iglesia de San Severino; Jon Kepa Izaguirre en materia del paisaje y Jorge Gómez Balenziaga, fundador de la empresa Alboan Servicios Turísticos, que guió el paseo por el centro colaboran con esta iniciativa que toma como referencia un documento de dicho año 1487 que recoge información sobre el municipio de entonces. La adaptación digital representa “una aproximación al aspecto que podía presentar” que más adelante “se trasladará también a los colegios”, explicó Jorge Gómez Balenziaga.

En las instantáneas panorámicas se aprecia cómo “Balmaseda se abre al río” y la muralla encierra el casco partiendo del Cerro del Castillo “en dos ramas: una hacia la iglesia de San Severino y otra hacia el Puente Viejo”. “Solo, sin casas al otro lado del río Kadagua”, apuntó Javi Etxebarria, allí se abría “el acceso más importante” de tránsito al núcleo urbano donde “mercaderes y comerciantes hacían un alto en el camino”, prosiguió Jorge Gómez Balenziaga, quien enumeró el resto de las puertas: “la de Medialavilla, a la altura de donde hoy se encuentra el reloj de sol, la del mercado en la plaza de San Severino, la puerta del campo”, cerca del antiguo convento de Santa Clara y “la puerta de la osera, por la comisaría de la Ertzaintza”. A la calle bautizada en honor al indiano Martín Mendia se la llamaba “calle Vieja” por tratarse de la más primitiva. Otra de las arterias que conservan la trama medieval, la Correría “se conoció como Carnicería y Calderería en sus diferentes tramos, en referencia a los gremios”.

La iglesia de San Severino “contaba con tres naves y las capillas se añadieron posteriormente”, precisó Javi Etxebarria. Al reproducir el castillo, “nos hemos fijado en otros ejemplos de la época y la descripción de lo que vieron en 1835”, aunque posiblemente el diseño sufra cambios a medida que avancen las excavaciones arqueológicas en el cerro. Cuando se dieron a conocer los resultados de la primera campaña en 2021, se desveló que “databa del siglo X, 300 años antes de lo que se pensaba”. Queda mucho por descubrir de Balmaseda.