El campo de fútbol de Plentzia mira más allá de 2026, que es cuando finaliza la concesión de ocupación que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente otorgó al Ayuntamiento en 2016. Es por ello que la alcaldesa plentziarra, Elixabete Uribarri, ha solicitado a la directora general de la Costa y el Mar, Ana María Oñoro, la ampliación de esa licencia hasta 2040. Asimismo, el Senado debatirá y someterá a votación hoy una moción de EH Bildu para instar al Gobierno “a que valore” que la propiedad de Errotabarri pase a ser municipal de forma definitiva.

“El municipio no dispone de otro terreno de similares dimensiones y características que pueda albergar unas instalaciones deportivas como las actuales –compuestas fundamentalmente por dos campos de fútbol y dos pistas de tenis–”, explica la primera edil. “La actividad deportiva en Errotabarri está más viva que nunca y ello a pesar de los embates de la pandemia”, resalta, asimismo la regidora local, que pone en valor el trabajo de la Sociedad Deportiva Plentzia, “una entidad con casi cien años de historia y con un gran arraigo”.

Este club vivió un calvario en 2015 por las malas condiciones del terreno de juego. La hierba artificial del campo estaba colocada sobre una base de arena que, por lo tanto, no era sólida debido a que la Demarcación de Costas prohibió emplear asfalto u hormigón en su construcción y ello implicaba que Errotabarri estuviera en una pésima situación, que se agravaba con las fuertes lluvias y que provocó lesiones en los jugadores. Las obras de reparación no terminaban de llegar, los equipos se vieron obligados a entrenar y jugar en otros estadios y se convocaron diversas manifestaciones de protesta. Finalmente, en abril de 2016, el Estado –vía orden ministerial– trasladó la propiedad de esos suelos (19.806 metros cuadrados) a la institución local, pero solo durante diez años. La rehabilitación del césped terminó en noviembre de ese año después de sufrir una serie de contratiempos que la retrasaron.