Turkiolo, el durangarra que subió durante un año Urkiola en bicicleta para concienciar sobre la donación de médula, está de vuelta. Mauri Imaz se ha fijado un nuevo reto: unir el santuario de Urkiola con la catedral de Santiago de Compostela y hacerlo corriendo en año Xacobeo: completar los 661 kilómetros del bautizado como Camino Turkiolo y hacerlo en siete días. “El objetivo es inspirar a los jóvenes a que se hagan donantes y fomentar el turkiolismo, que es actuar sin pereza ni egoísmo. Tenemos que enseñar a los jóvenes que ser donante es un privilegio”, explica ilusionado.

Será el 12 de octubre cuando salga desde el famoso meteorito ubicado junto al santuario de Urkiola. Desde allí intentará lo imposible: llegar a Santiago de Compostela corriendo. En la primera etapa deberá completar los 95 kilómetros que separan el santuario de Santo Domingo de la Calzada para poder conectar con el Camino Francés que le marcará el rumbo a su destino. “Turkiolo tiene que hacer cosas que parezcan imposibles. Tendré que correr una media de 94 kilómetros al día. Lo bueno que mis días tienen 25 horas y eso siempre ayuda, lo voy a intentar”, puntualiza el durangarra.

Turkiolo trata de normalizar el hecho de correr 30 kilómetros al día. Para ello, desde hace tres meses está trabajando el aspecto psicológico mientras que fue hace un mes cuando comenzó a prepararse físicamente. Alternando jornadas de 10, 20 y 30 kilómetros diarios de carrera, su intención es mantener un ritmo de seis minutos el kilómetro para completar una media de diez a la hora. En su acometida, una furgoneta le acompañará para poder descansar en las mejores condiciones posibles cuando toque reponer fuerzas. “No hay unas horas marcadas para dormir y otras para correr. Es algo muy complicado de determinar; cuando empiece la guerra iremos viendo cómo transcurren las cosas”, comenta con incertidumbre.

Si en su primer reto, no había montado nunca en bicicleta y completó durante un año las ascensiones a Urkiola, arrancando a las 06.30 horas para poder compaginarlo con su jornada laboral; en este segundo Turkiolo tampoco tenía mucha experiencia con las carreras a pie. “No tengo técnica de correr y cualquier deportista te diría que no lo voy a hacer; es imposible. Nuevamente es más importante la mente, pero evidentemente dando por hecho que se tiene físico”, valora Mauri.

Del anterior desafío se queda con los numerosos jóvenes que decidieron dar el paso de hacerse donantes “Turkiolo es educación. Me encantaría entrar a las casas y los colegios de los niños para que con 18 años les parezca normal ser donante. Turkiolo ayuda, da y se adapta; tiene que ser un superhéroe más de los niños”.

Consciente de la dificultad, “a media que me vaya acercando psicológicamente creo que estaré más fuerte, pero todo son suposiciones. Cuando empiece a correr veremos cómo va la cosa”, señala mientras añade que “quien que quiera ayudarme puede entrar en www.turkiolo.com”.